Los desafíos que nos deja el G-20 Interfaith Forum

Los desafíos que nos deja el G-20 Interfaith Forum

Por Federico Pugliese*

Este año la Argentina fue sede del Interfaith Forum G20, organizado por G20 Interfaith Forum Association, el Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (Calir) y el Proyecto Latinoamericano "Ética y Economía” (Creas-Pidesone). El foro tuvo como  lema "Construyendo consenso para un desarrollo equitativo y sostenible: la contribución de las religiones para un futuro digno", y su objetivo principal consistió en llamar la atención sobre el papel clave que la religión y las creencias juegan en materia de "desarrollo justo y sostenible" y de un "futuro digno" para la humanidad.

Estos días, intensos y ricos, en ideas y propuestas presentadas por más de 200 líderes de credos y organizaciones “basadas en la fe”, despiertan en mí una serie de interrogantes que me invitan a profundizar en este tema: ¿Cómo pueden las religiones contribuir al desarrollo de los pueblos? ¿Cuál es el aporte que la sociedad debe esperar de ellas? ¿Por qué no podemos dejar totalmente de lado las creencias cuando hablamos de seres humanos?

En la declaración final del Foro, los referentes de los credos del mundo instaron a los gobiernos a asumir un papel activo para un desarrollo equitativo y sustentable. También condenaron cualquier discurso o acción que invite a la violencia o al odio religioso y compartieron el dolor de quienes son perseguidos por su fe

“Exhortamos a los líderes mundiales a comprometerse en la defensa de la libertad religiosa, que permita a las personas vivir su espiritualidad desde sus creencias, con todo respeto y dignidad. Pedimos a la comunidad internacional que se adopten los instrumentos y mecanismos necesarios para garantizar a todos y en todas partes la más amplia libertad religiosa y de conciencia”,

Es todo un desafío, en un mundo cada vez más laico,  que los estados, y los individuos en particular sean capaces de sumar los aportes que las distintas comunidades de fe pueden hacer a la sociedad y al mundo en general. Que incorporen el mundo religioso como un ámbito más desde donde las personas puedan contribuir a pensar la cosa pública.

Puede existir a veces cierto temor de hablar de religión, temor de que el solo hecho de hablar desde allí se tome como una forma de avasallamiento de la libertad  del otro, de sus ideas. Y sucede que entonces se silencian estas palabras. Y se intenta dejar de lado las creencias dentro del ámbito político y social.

El problema es que si dejamos de nombrarlas nos quedamos también sin todo aquello que estas tienen para dar a la sociedad. Y la dejamos privada de valores tan necesarios e imprescindibles como  la libertad individual, el respeto por la  persona, la igualdad, la cooperación, la convivencia, la justicia social. Todos estos son valores universales que trascienden a cada una de las religiones en particular y las abarcan a todas ellas de modo universal.

Hay figuras que son íconos, ejemplos únicos que marcan la historia con su huella y nos muestran claramente que es posible trascender la creencia individual para hacer de ella una experiencia universal de aporte positivo a la humanidad: Gandhi, la madre Teresa de Calculta, Martin Luther King, Mandela…Personas que nos muestran que desde la vivencia profunda de su fe –sin importar cuál sea-  pueden aportar al mundo valores universales que se dirigen a lograr la igualdad entre las personas, la libertad, la justicia social, la solidaridad, la cooperación, el cuidado del planeta.

Creo que es importante darle a las religiones la oportunidad de aportar a las políticas públicas lo que tienen de valores humanos. No quiero decir con esto que las religiones “hagan” las políticas públicas, si no que tomemos de ellas esos valores universales que las atraviesan y pueden ayudar a la sociedad a encontrar consensos: la capacidad de diálogo, la aceptación del  otro como diferente, la búsqueda del bien común.

Desde nuestra Ciudad, que es especialmente rica y diversa en sus creencias y comunidades de fe venimos trabajando para plantear escenarios donde podamos encontrarnos y pensar ideas que sumen a las políticas públicas; no desde lo cúltico ni lo dogmático de cada religión, si no desde lo que nos une, desde lo que compartimos y que nos hacen en definitiva mejores personas a todos. Entre estos escenarios está la organización de foros interreligiosos, en los que trabajamos desde hace tres años junto a líderes de todas las creencias. En estos foros planteamos distintos temas que derivan en propuestas de trabajo a las autoridades porteñas en favor de la educación, el desarrollo humano y la convivencia ciudadana.

Es por esto que desde mi lugar aliento a nombrar sin temor la palabra fe, religión pero empapándola de una nueva visión que la ligue no a una iglesia o comunidad en particular sino a todas aquellas comunidades de fe que tengan la intención de contribuir al desarrollo de una sociedad mejor, más creíble, más humana, más solidaria, que nos lleve a la construcción de un desarrollo equitativo y sostenible para lograr un futuro digno.

 

*El autor es Director de Cultos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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