Desafío eclesial

Por Rafael Marcial Montiel, ABC Color

La visita del papa Francisco, el 10, 11 y 12 de julio, exige replantear la manera de desarrollar la labor pastoral de obispos, sacerdotes y religiosas. Sobre todo el trato humano a los feligreses que debe brindar la jerarquía eclesial que aún mantiene una línea vertical, salvo honrosas excepciones.

Ante todo debe haber un desarrollo humano y cristiano a la vez. Significa que pese a los errores, la persona humana debe ser respetada en sus dimensiones biosicosocial y espiritual.

La tolerancia, la apertura, el amor fraterno, la comprensión y la solidaridad deben prevalecer en la Iglesia, pero con acciones; no solo de palabras. En la Iglesia, si profesamos la religión cristiana, debe haber respeto a las diferencias humanas.

También en las instituciones públicas, educativas, en los estamentos del gobierno y en los diferentes estratos sociales.

De acuerdo al mensaje del Santo Padre, durante su visita apostólica en el Paraguay, los obispos y sacerdotes deben abrir no solo las puertas de los templos, sino también los corazones y acercarse a la gente más vulnerable, en especial a aquellos que requieren de una orientación sana y sabia para levantarse pese a la desesperanza y seguir en la lucha.

El papa Francisco, siendo un Santo Padre, demostró su lado humano, afectuoso, amigable y humilde.

El Santo Padre pide salir, “tener olor a oveja” y recuperar al hermano perdido. Sin embargo, la realidad no concuerda con las ideas y, por eso hay gente “muy de Iglesia que siembra cizaña, estigmatiza a base de rumores, prejuzga y juzga sin elementos.

Por consiguiente, no hay corrección fraterna, ni comprensión ni tolerancia y, mucho menos, amor.

La visita del Sumo Pontífice fue como bálsamo que trajo alegría y esperanza en medio de tantas desesperanzas. Al menos debemos demostrar voluntad para cambiar y luchar para que la sociedad sea más justa, humana y solidaria. Es un desafío para la Iglesia Católica.

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