“Los derechos humanos están fuertemente vinculados con el desarme nuclear”

“Los derechos humanos están fuertemente vinculados con el desarme nuclear”

En el Ángelus el Papa exhortó a «allanar los montes de la soberbia y de la prepotencia». Y lanzó un llamado para que dé resultados el encuentro internacional del París sobre el cambio climático

 «Un vacío en nuestra vida puede ser que no recemos o que recemos poco –advirtió el Papa en el Ángelus. Entonces, el Adviento es el momento favorable para rezar con mayor intensidad, para reservar a la vida espiritual el sitio importante que le toca». Además, «otro vacío podría ser la falta de caridad hacia el prójimo, sobre todo hacia las personas que más necesitan ayuda y no solo material, sino también espiritual». Después, recomendó el Pontífice, estamos llamados a estar más atentos por «las necesidades de los demás, más cercanos. Como Juan el Bautista, de esta manera podremos abrir vías de esperanza en el desierto de los corazones áridos de tantas personas». 

  

El Adviento, pues, es una llamada a dejar más espacio a la caridad y a la humildad, limando el orgullo y la prepotencia. Después de haber comentado las Sagradas Escrituras propuestas por la liturgia dominical, el Papa se refirió a los temas de la agenda internacional más urgentes por el bien común de la humanidad en este momento, espoleando a adoptar decisiones verdaderamente eficaces para defender la Creación y combatir la pobreza. Los derechos humanos, afirmó con fuerza, están fuertemente vinculados al desarme nuclear: «Dios nos da la capacidad para colaborar con tal de construir nuestra casa común: tenemos la libertad, la inteligencia y la capacidad de guiar la tecnología, de limitar nuestro poder, al servicio de la paz y del progreso verdadero», afirmó Francisco al lanzar su fuerte llamado al desarme nuclear y por la defensa de la Creación. 

  

«Hoy se entregará el Premio Nobel de la Paz a la Campaña Internacional para abolir las armas nucleares –explicó el Papa en el Ángelus. Tal reconocimiento se da en coincidencia con la Jornada de las Naciones Unidas por los Derehcos Humanos, y esto subraya el fuerte vínculo entre los derechos humanos y el desarme nuclear». 

  

De hecho, prosiguió el Pontífice, «comprometerse en la tutela de la dignidad de todas las personas, particularmente de las más débiles y desventajadas, también significa trabajar con determinación para construir un mundo sin armas nucleares». 

  

Además, subrayó Jorge Mario Bergoglio, «pasado mañana se llevará a cabo en París la cumbre Our Planet Summit», por ello, «a dos años de la adopción del Acuerdo de París sobre el clima, este pretende renovar el compromiso para ponerlo en práctica y consolidar una estrategia compartida para contrarrestar el alarmante fenómeno del cambio climático». Francisco expresó el vivo deseo de que «esta Cumbre, así como las demás iniciativas que van hacia la misma dirección, favorezcan una clara toma de conciencia sobre la necesidad de adoptar decisiones realmente eficaces para contrarrestar los cambios climáticos y, al mismo tiempo, combatir la pobreza y promover el desarrollo humano integral». Y, «en este contexto», el Papa expresó su cercanía a «las poblaciones hindúes afectadas por el ciclón Okhi, especialmente a las familias de los tantísimos pescadores perdidos; y también a la población de Albania, duramente afectada por graves inundaciones». 

  

A los fieles y peregrinos que se reunieron en la Plaza San Pedro para rezar la oración mariana, el Pontífice recordó que «el domingo pasado comenzamos el Adviento con la invitación a velar; hoy, segundo domingo de este tiempo de preparación para la Navidad, la liturgia nos indica sus contenidos propios: es un tiempo para reconocer los vacíos que hay que colmar en nuestra vida, para allanar las asperidades del orgullo y dejar espacio a Jesús que viene». El profeta Isaías, explicó el Papa, «se dirige al pueblo anunciando el final del exilio en Babilonia y la vuelta a Jerusalén». Él profetiza: «Una voz clama: “En el desierto preparen la vía al Señor. Que cada valle sea elevado”. Los valles que había que elevar representan todos los vacíos de nuestro comportamiento frente a Dios, todos nuestros pecados de omisión». Y al mismo tiempo, los montes que «debemos allanar», son el orgullo, la soberbia, y la prepotencia: 

«Debemos adoptar una actitud de mansedumbre y humildad para poder preparar la venida de nuestro Salvador, que es mando y humilde de corazón», afirmó Francisco, indicando que todas estas acciones deben llevarse a cabo con alegría, puesto que están «encaminadas a la llegada de Jesús». 

  

Efectivamente, observó el Papa, «cuando esperamos la visita de una persona querida en la casa, predisponemos todo con cuidado y felicidad». De la misma manera «queramos predisponernos para la venida del Señor: esperarlo cada día con solicitud, para ser colmados de su gracia cuando llegue», prosiguió el Pontífice. «En el Evangelio, Juan Bautista representa la figura, anunciada por Isaías, de la voz que clama en el desierto –sostuvo Jorge Mario Bergoglio. Ese desierto nos ofrece antes que nada la indicación del lugar en el que vivió y predicó el Bautista; pero también alude al clima de conversión y de penitencia que permite prepararnos para el encuentro con el Señor». Juan declara: «Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará en Espíritu Santo». Entonces, puntualizó el Papa: «el Salvador que esperamos es capaz de transformar nuestra vida con la fuerza del Espíritu Santo, con la fuerza del amor». El Espíritu Santo, de hecho, «infunde en nuestros corazones el amor de Dios, fuente inagotable de purificación, de vida nueva y de libertad». Y «la Virgen María vivió en plenitud esta realidad, dejándose “bautizar” por el Espíritu Santo que la inundó de su potencia». El Papa la invocó a «ella, que preparó la venida de Cristo con la totalidad de su existencia», para que nos ayude «a seguir su ejemplo y guíe nuestros pasos al encuentro con el Señor que viene». 

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