Las Damas de Blanco: «Nos impidieron saludar al Papa»

Las Damas de Blanco: «Nos impidieron saludar al Papa»

«Fuimos detenidas por las autoridades y no pudimos acercarnos a Francisco». El breve saludo, no una audiencia, que no se dio ni el sábado en la nunciatura ni el domingo por la tarde, afuera de la catedral

Por ANDREA TORNIELLI

LA HABANA

Un breve saludo, no una audiencia, que se habría llevado a cabo con el tácito consenso del gobierno. Tanto el sábado 19 como el domingo 20 de septiembre, en dos ocasiones las autoridades detuvieron durante algunas horas a una pequeña delegación de las Damas de Blanco, las madres y esposas de los presos políticos que siempre van vestidas de ese color y que se reúnen cada semana en una Iglesia haciendo una pequeña procesión para llamar la atención sobre el destino de sus seres queridos. Lo contó a Vatican Insider Berta Soler, que ganó el Premio Sakharov del Parlamento Europeo por los derechos humanos y lideresa del grupo.

Durante las visitas de los Pontífices anteriores, Juan Pablo II en 1988 y Benedicto XVI en 2012, no fue posible ningún contacto con la disidencia dentro del país. La diplomacia vaticana desde hace varios días ha trabajado para que esta vez fuera posible un breve saludo. Francisco ya había recibido en una audiencia en el Vaticano a la viuda del disidente Oswaldo Payá, que murió en un accidente automovilístico sospechoso en julio e 2012.

El sábado 19 de septiembre, Berta Soler, en compañía de la economista Marta Beatriz Roque y de la periodista Miriam Leiva, estaban dirigiéndose hacia la nunciatura apostólica para saludar al Papa que acababa de llegar al aeropuerto, cuando fueron detenidas durante algunas horas por las autoridades. Una segunda posibilidad se había planteado para hoy, domingo 20 de septiembre, en la plaza de la Catedral. Esta vez habrían debido presentarse solamente Roque y Leiva, pero no pudieron llegar a la Plaza. «Me dijeron -cuenta Berta Soler- que hoy también sucedió lo mismo que ayer».

Un contacto fortuito con otro disidente se verificó el domingo por la mañana, en la Plaza de la Revolución, antes de la Misa, cuando un hombre logró acercarse al papamóvil y decirle algunas palabras a Francisco, quien lo bendijo apoyándole la mano sobre la cabeza. El hombre permaneció aferrado al vehículo del Papa, gritando, y fue alejado por los agentes de seguridad.

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