Una cuestión de sentido común y esperanza en el futuro de la nación

Una cuestión de sentido común y esperanza en el futuro de la nación

El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, reiteró su decisión de esclarecer el tema del aborto con razones sociológicas, filosóficas, jurídicas y políticas. Lo dijo en el programa Claves para un Mundo Mejor, el sábado 17 de marzo por el Canal 9 de TV. ¨Estas semanas -recordó- venimos hablando del tema del aborto sobre todo porque se ha lanzado el debate y se lanzan también, a la marchanta, cifras que no son correctas, por lo que hay que clarificar las cosas”.

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, reiteró su decisión de esclarecer el tema del aborto con razones sociológicas, filosóficas, jurídicas y políticas. Lo dijo en el programa Claves para un Mundo Mejor, del sábado 17 de marzo por el Canal 9 de TV. "Estas semanas -recordó- venimos hablando del tema del aborto sobre todo porque se ha lanzado el debate y se lanzan también, a la marchanta, cifras que no son correctas, por lo que hay que clarificar las cosas”. 

Cifras falsas 

“Hace poco -señaló- el diario Clarín publicó una encuesta en las que dicen que preguntaron a 900 personas (¡nada más!) y del conurbano bonaerense y resultó que el 57,7 por ciento estaba a favor de la legalización del aborto. Me parece que no es una encuesta seria. Además a uno lo entrevista algún periodista radial y le señala que “miles de mujeres mueren todos los años”. El Ministerio de Salud de la Nación dio cifras que dicen que en 2015 murieron 55 mujeres y en 2016 murieron 43, pero no distingue si fue por aborto procurado o por aborto espontáneo. Por eso hay que tener cuidado con las cifras lanzadas sin ningún respaldo serio desde el punto de vista sociológico”. 

Quiénes son las que piden el aborto 

Monseñor Aguer prosiguió: “Ya que estamos con la Sociología: ¿quiénes son las personas o las mujeres especialmente, que reclaman libertad de abortar? Basta mirar las caras, cómo se visten, por ejemplo, y vemos que no son mujeres pobres y, con perdón y sin querer ofender a nadie, pertenecen a la burguesía; no son pobres. Las chicas de barrio, de nuestra periferia, a las que conozco muy bien, cuando tienen un hijito advierten que han recibido la riqueza más grande de la vida sea cual fuere el modo como ha sido concebida. Esto no implica que no tengamos que ocuparnos de la mujer que se encuentra en esa situación difícil y sobre todo de las jóvenes más humildes que, a veces, acuden al aborto porque no conocen otro recurso. La cuestión es ayudarlas, estar a favor de la vida, de la vida de la madre y la del hijo. Digo esto porque, a veces, se presenta como un tema de salud de la madre y resulta que por la salud de la madre se propone liquidar al hijo. Científicamente: ¿es un ser humano o no?”. 

Y se pregunta el prelado: "¿Qué es un ser humano? El ser humano, ya lo dice la tradición cultural de Occidente, desde Platón y Aristóteles, es un compuesto que tiene una parte material y una espiritual no visible. En el momento de la concepción ese ser es un ser humano porque Dios crea un alma inmortal. Aquí introduzco la dimensión teológica del problema”. 

La Iglesia defiende la verdadera dignidad de la mujer 

“Se piensa -dijo el arzobispo platense- que si uno protesta por este intento de legalizar el aborto está en contra de las mujeres y la realidad es todo lo contrario. Estamos defendiendo la dignidad verdadera de la mujer. Para la Iglesia Católica la persona humana más grande, más digna, más excelente es una mujer, la Virgen María, porque Jesús es una persona divina que se hizo hombre, tiene una naturaleza humana pero no es una persona humana. La dignidad y el cuidado de la mujer es algo que a la Iglesia le importa muchísimo. Esto tiene que ver no sólo con una cuestión teológica sino con una razón antropológica sobre qué es el ser humano y esa bipolaridad de varón y mujer. Juan Pablo II publicó una importante encíclica sobre el tema, que empieza con las palabras Mulieris dignitatem”. 

La Corte dictó fallos inconstitucionales 

“Hay otras cuestiones que están en juego, la cuestión jurídica por ejemplo, porque ya hubo fallos a favor del aborto. La Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó fallos inconstitucionales y me atrevo a decirlo, yo que no soy ni abogado y no entiendo nada de Derecho, por esta sencilla razón: la Argentina firmó y se comprometió con Acuerdos Internacionales en los que se afirma que hay que defender la vida desde la concepción, porque desde el momento de la concepción se trata de un ser humano, al que no se puede descartar. Por eso hay un problema jurídico también acá. ¿Qué leyes estamos haciendo? Una Ley, si fue votada por el Congreso y promulgada, es un instrumento legal, pero puede no ser legítima, puede ser injusta, inicua, aun cuando la dicte el máximo tribunal de la Nación”. 

El político debe referirse al bien común 

“Está también la dimensión política. En el caso del presidente de la Nación no importa su posición personal “a favor de la vida”, sino que importa su posición política porque para eso está, para desempeñar una misión política. Esta cuestión es fundamental. La la dimensión política quiere decir que el político tiene que referirse al bien común, porque para eso fue elegido y eso es así desde tiempos inmemoriales, desde Platón y Aristóteles. El bien común es el de toda la población, el bien del pueblo entero y, además, un político avisado tiene que mirar cuáles son las condiciones poblacionales de ese pueblo. 

En un país despoblado "gobernar es poblar" 

"La Argentina es un país despoblado. Observen que en China rigió durante muchísimo tiempo la política del hijo único y hoy están promoviendo que por lo menos sean dos. Francia que es un país donde los anticonceptivos han corrido a raudales desde décadas, en la actualidad está subsidiando a las familias que tienen tres o más hijos, porque se dieron cuenta de que su población se envejecía. Acá no. Nosotros vamos en contra de lo razonable. En un país despoblado, cuya población se envejece, se permite discutir si matamos a los niños por nacer o no. Juan Bautista Alberdi indicó la ruta que no se siguió: “gobernar es poblar”. 

“Todos estos temas -concluyó monseñor Aguer- los propongo para que ustedes los piensen y los repliquen. ¿Con quién? con Doña Juana, en la familia, en los grupos de amigos, en el barrio. El obispo es un centinela, un vigía, cuyo deber es señalar: esto está bien, aquello está mal. Pero es preciso que los cristianos desempeñen su papel. La defensa de la vida de los niños por nacer es una cuestión de sentido común y de esperanza en el futuro de la nación”.

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