“El cuerpo no es instrumento de placer; en el amor verdadero no hay lujuria”

“El cuerpo no es instrumento de placer; en el amor verdadero no hay lujuria”

Durante la Audiencia general, Francisco reflexionó sobre el mandamiento: «no cometerás adulterio». «El infiel es un inmaduro que busca el propio bienestar». A la Iglesia no le sirven «aspirantes al rol curas», sino «padres capaces de amar»

Adulterio y lujuria, ambos son fruto de la inmadurez y del egoísmo, de una concepción del cuerpo como mero «instrumento de placer». El matrimonio, por el contrario, es «un camino del “yo” al “nosotros”» que se comparte entre dos. Es la vocación de los esposos, pero también de los sacerdotes. Pero de los sacerdotes que desean convertirse en padres que aman al pueblo de Dios, no de los «aspirantes al rol de cura»: estos no le sirven a la Iglesia, «es mejor que se queden en casa». Estas fueron las reflexiones que el Papa Francisco compartió con los fieles durante la Audiencia general de hoy, 31 de octubre de 2018, en la Plaza San Pedro. El Pontífice continuó con la serie de catequesis dedicada a los Diez Mandamientos, concentrándose en esta ocasión en la “sexta Palabra” del Decálogo: «no cometerás adulterio». El tema comenzó a surgir el miércoles pasado, pero hoy el Papa preguntó a los fieles: «¿Quién es el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se tiene para sí la propia vida e interpreta las situaciones con base en el propio bienestar». 

 

Y esto vale tanto en el matrimonio como en muchas otras situaciones de la vida, en las que hay que salir del ámbito de lo propio para abrazar un “nosotros”. «El camino de la madurez humana —explicó Francisco— es el recorrido mismo del amor que va del recibir cuidado a la capacidad de ofrecer cuidado, del recibir la vida a la capacidad de dar la vida. Convertirse en hombres y mujeres adultos quiere decir llegar a vivir la actitud esponsal y paternal, que manifiesta en las diferentes situaciones de la vida la capacidad de tomar sobre sí el peso de alguien más y amarlo sin ambigüedades. Es, por lo tanto, una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y sabe entrar en una relación profunda con los demás». 

 

En este sentido, la Palabra «no cometerás adulterio» se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial, pero también es un mensaje «revolucionario» para todos: «Nos podemos preguntar: ¿este mandamiento de fidelidad, a quién va dirigido? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandamiento es para todos, es una Palabra paterna de Dios dirigida a cada hombre y mujer», afirmó el Papa. 

 

El Pontífice argentino explicó que, evidentemente, «¡para casarse no basta celebrar el matrimonio! Hay que hacer un camino del “yo” al “nosotros”: del pensar solo al pensar en dos, del vivir solo al vivir en dos». Es un camino difícil, pero «un camino bello», aseguró Bergoglio. «Cuando logramos descentrarnos, entonces cada acto es esponsal: trabajamos, hablamos decidimos encontramos a los demás con una actitud acogedora y oblativa». 

 

En este sentido, «toda vocación cristiana» puede ser definida como «esponsal». Lo es también el sacerdocio, «porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, con todo el cuidado concreto y toda la sabiduría que el Señor da». «A la Iglesia —advirtió el Papa Francisco— no le sirven aspirantes al papel de curas. No sirven; es mejor que se queden en casa… sino hombres a los cuales el Espíritu Santo toca el corazón con un amor sin reservas por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de n esposo y de un padre». 

 

El Papa insistió: «Toda vocación cristiana es esponsal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos hemos sido regenerados, el vínculo de amor con Cristo». Y, precisamente «a partir de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, veamos con fe el matrimonio y toda vocación», para comprender «el sentido pleno de la sexualidad». 

 

«La criatura humana, en su indisoluble unidad de espíritu y cuerpo, y en su pluralidad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada», recordó el Pontífice. «El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria ni para la superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!». 

 

 

El Papa concluyó afirmando que el mandamiento «no cometerás adulterio», a pesar de tener una «forma negativa» se orienta a «nuestro llamado original», es decir el «amor esponsal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y donado».

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