Cuando religión y política se cruzan peligrosamente

Cuando religión y política se cruzan peligrosamente

El apoyo de iglesias evangélicas a Jair Bolsonaro, que se sumó al que recibió Donald Trump, puso sobre el tapete la partidización de las confesiones religiosas. ¿Es un fenómeno que vino para quedarse? ¿Puede replicarse en la Argentina? Por Sergio Rubín.

Sergio Rubin

 

Mucho se dijo y se escribió sobre el apoyo de sectores evangélicos a las candidaturas de figuras muy controvertidas como Jair Bolsonaro y Donald Trump, un respaldo que particularmente en el caso del brasileño fue clave para llegar a la presidencia. Pero poco y nada se comentó sobre el impacto de la partidización de las iglesias en el quehacer religioso, una actitud que colisiona con el extendido principio de que las confesiones religiosas están por encima de las opciones partidarias porque se dirigen a toda la sociedad en el plano espiritual y de los principios. Si bien este fenómeno no es novedoso –y acaso habría que extenderlo a actitudes de miembros del clero sospechadas de parcialidad política-,  su actual vigor torna oportuno repasar los postulados en la materia de la Iglesia católica y de la gran mayoría de las iglesias evangélicas en el país. Y explorar sobre las posibilidades de un “efecto contagio” en nuestras tierras.

Con respecto al catolicismo, el sacerdote Gustavo Irrazábal, profesor de Teología Moral y vicedirector de la revista Criterio, dice que no solo  el clero no debe partidizarse, sino ni siquiera mínimamente aparentarlo. “En un sentido amplio, la política es la actividad que promueve los valores fundamentales de la vida social en orden al bien común. En esta acepción la política interesa a la Iglesia y, por lo tanto a sus pastores. Pero en una acepción más específica, política es la ‘política de partido’, la lucha por el poder entre diferentes grupos de ciudadanos para realizar proyectos políticos concretos. Este campo es propio de los laicos –precisa-, mientras que los pastores tienen la función específica de formar la conciencia de los fieles en los principios de la enseñanza social católica para que puedan discernir sus compromisos concretos a la luz de la fe”.   

De todas formas, Irrazábal admite que “se podrá objetar que la distinción entre ambos niveles de la política no siempre es clara. Pero –añade- el hecho de que no se pueda trazar un límite preciso en todos los casos no significa que esa diferencia sea artificial o irrelevante. En la duda debe primar un criterio restrictivo: siendo los pastores ‘ministros de la unidad’, sólo deben intervenir en asuntos que afecten directamente los fundamentos del bien común o la dignidad de la persona”. Y concluye: “Así como el derecho canónico ordena que en la administración de los sacramentos se evite ‘hasta la más pequeña apariencia de negociación o comercio’, en materia política la Iglesia y sus pastores deben evitar hasta la más pequeña apariencia de parcialidad”.

En cuanto a las confesiones de cuño evangélico nucleadas en su gran mayoría en la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), su presidente el pastor Rubén Proietti, cita un reciente comunicado de su entidad donde se expresa que ACIERA “como tal, no tiene posición política ni favorece una política partidaria determinada. Alentamos y fomentamos –puntualiza- que los creyentes se comprometan en la sociedad como instrumentos de la verdad y la justicia. Este compromiso cada uno lo lleva de acuerdo a su conciencia”. Precisa que ACIERA “tampoco apoya o fomenta la creación de partidos políticos o líneas políticas ‘evangélicas’. También aclaramos que ningún actor social o político puede arrogarse la representación de los evangélicos”.

Proietti -que es también titular de la Alianza Evangélica Latina-, fundamenta la posición de las iglesias de su organización en el hecho de que “ningún sistema político representa la totalidad y plenitud de los valores del reino de Dios y es por esa razón que ACIERA no apoya ni fomenta la creación de partido político alguno, ni fuerza política evangélica”. En rigor, ACIERA consideró necesario hacer estas aclaraciones luego de que convocara a una multitud en la avenida 9 de Julio para oponerse a la legalización del aborto y comenzara a especularse con la posibilidad de que las iglesias evangélicas constituyeran un partido político o promovieran un candidato. Especulación que creció tras el apoyo de la Asamblea de Dios y la Iglesia Universal a la candidatura de Bolsonaro.

Por otra parte, Proietti destaca la libertad de los fieles a la hora de definir su voto, a condición de que sea “de acuerdo sus convicciones”. En ese sentido explica que “en los países iberoamericanos, que son los que abarca la Alianza Evangélica Latina, alentamos a ser responsables en el ejercicio cívico donde los cristianos evangélicos tienen la libertad de emitir su voto en función de la plataforma política con la cual se identifiquen, pero teniendo en cuenta que los candidatos que aspiran a ocupar lugares de gobierno se comprometan con valores que profesamos como la defensa de las dos vidas, la familia, la verdad, la justicia, la libertad religiosa y de conciencia, y un modelo económico que disminuya la pobreza”.   

En tanto, el vicepresidente de la Alianza Bautista Argentina, Raúl Scialabba, dice que “no tiene ningún asidero” que de una manifestación masiva como la que organizaron los evangélicos en el Obelisco “vaya a salir un candidato de las iglesias evangélicas”. Scialabba señala que “existe el voto de los evangélicos, pero no de las iglesias evangélicas. Y agrega categórico: “Nadie se puede arrogar el voto evangélico porque no existe. Aquel que dice que un candidato es el de los evangélicos está mintiendo”. Además de que advierte que “el efecto de aquel que quisiera hacer política desde un púlpito sería descalificador para él”. Con todo, subraya que “a ninguna persona, cualquiera sea su profesión de fe, se le puede limitar su deseo de participar en política porque es un derecho de cualquier ciudadano. Pero no puede comprometer al resto de los fieles”.

La presidenta de la consultora de opinión Voices! –que participa de la Encuesta Mundial de Valores, que se hace cada cinco años-, Marita Carballo, destaca la influencia en la política de “los valores religiosos, el tipo de religiosidad, la adscripción religiosa, las creencias y las prácticas. Así por ejemplo observamos –señala- que, en general, quienes se manifiestan religiosos, y sobre todo practicantes, se definen más hacia la derecha en el arco ideológico y son más conservadores en cuanto a los valores familiares y morales. Tanto Bolsonaro como Trump –explica- supieron atraer el voto religioso, lo cual los ayudó en sus respectivas elecciones. En el caso de Brasil pesaron mucho los evangélicos que representan alrededor de un tercio de la población. En el caso de Trump el voto conservador y más religioso fue importante también”.

Con todo, Carballo advierte que “el funcionamiento de la democracia representativa está mal evaluado en un gran número de países y existe un profundo descontento. Es por ello que estamos asistiendo al crecimiento de regímenes populistas tanto de derecha como de izquierda no solo en países emergentes, sino en países desarrollados con democracias establecidas de larga data”.

Y redondea: “Este malestar con la democracia genera espacio y condiciones para el surgimiento de distintos tipo de líderes personalistas y autoritarios que desafían al sistema tradicional de hacer política. Es necesario que la clase política dé respuesta a las demandas de la gente y actúe con eficiencia y transparencia frente a los desafíos que plantea el sistema democrático”.

Ante ello, las religiones debe hacer su aporte, pero desde la alta política, no desde la partidización.

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