Cristina saludó al Papa en Paraguay, pero no tuvieron reunión privada

Cristina saludó al Papa en Paraguay, pero no tuvieron reunión privada

Fue un encuentro protocolar luego de la misa que ofició Francisco en Asunción; hubo una reducida comitiva presidencial; se verían dos veces más antes de diciembre

Fue la misa de los pies de barro. Pocos fueron los que se salvaron de la postal que dejó la celebración papal en el predio de Ñu Guasu, en donde más de un millón de fieles se iban con la marca del lodo hasta las rodillas tras pasar horas sobre un suelo resbaladizo por la lluvia de los días anteriores, esperando escuchar al papa latinoamericano.

Dispuesta a afianzar su relación con Francisco, Cristina Kirchner fue la única de las presidentas que aceptó la invitación de su par Horacio Cartes y compartió ayer la misa que ofició el jefe de la Iglesia Católica en una mañana calurosa, en el tramo final de su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay.

La Presidenta tuvo un contacto fugaz con el Papa cuando terminó la ceremonia, un beso y un apretón de manos, más bien formal y protocolar, pero suficiente para mostrar que seguirá alineada con Francisco en los cinco meses que le quedan a su mandato.

Visiblemente contenta, se acercó junto a Cartes hasta la escalerilla que llevaba al altar, una obra artística hecha con espigas de maíz y semillas, para el saludo y la foto. Ambos cruzaron unas breves palabras, pocas, entre el tumulto del nervioso personal de seguridad, en el único contacto que tuvieron en las pocas horas que la Presidenta pasó por esta ciudad.

Llevaba en la mano una bolsa de papel madera negra y, adentro, un cuadro de regalo, que sacó para mostrárselo. Era una foto en sepia de la revista Santo y Seña, enmarcada, en la que decía que el futuro papa Juan XXIII, entonces nuncio en Francia, oficiaba una misa en París en memoria de Eva Perón, de 1959, rescatada del archivo de la Secretaría de Culto. La había encontrado hacía tiempo Guillermo Oliveri y se la había enviado a Cristina, que ahora decidió regalársela a Francisco. Después de la polémica que despertó el obsequio que le dio Evo Morales, la Presidenta optó por una referencia partidaria, con el recuerdo de Evita.

Cristina llegó aquí anteanoche y después del mediodía partió nuevamente a Buenos Aires. "Muy bien, muy bien, como siempre", apenas contestó sobre su relación con el jefe del Vaticano, mientras al paso rumbo a la salida se sacaba fotos con los fieles, pegados a las vallas.

Desde temprano se preparó para el saludo papal. Apenas se anunció la llegada de Francisco, que apareció por entre la multitud en el papamóvil, Cristina se puso de pie para recibirlo desde la primera fila, armada sobre un mejorado escenario especialmente improvisado para evitarles a las autoridades la complicación del barro. Se sacó los anteojos de sol y levantó la mano para saludarlo. Pero Francisco no la vio. El auto pasó rápido y él miraba en ese momento hacia el otro costado.

Bajo un sol despiadado que sorprendió a todos ante la lluvia pronosticada, que no llegó, Cristina compartió el sector para invitados especiales con Cartes, sin más resguardo que su propio abanico, que usó para protegerse.

Con estricto protocolo, la Presidenta se acercó apenas terminó la misa, junto con su par paraguayo, hasta el altar. Uno de sus colaboradores le había avisado, minutos antes, que ése sería el único contacto que tendrían. La noche anterior, la comitiva desconocía cómo sería el encuentro.

Esta vez no hubo regalos de parte de Francisco, como sucedió hace dos años en Río de Janeiro, cuando le llevó los famosos zapatitos para su nieto Néstor Iván.

Como si jugara de local, la Presidenta se llevó una calurosa bienvenida para envidia del propio anfitrión, que debió escuchar silbidos cuando se acercó a saludar al Papa.

Cristina hizo buena letra y evitó mostrar a sus candidatos, como había hecho en aquella visita a Brasil con Martín Insaurralde. Esta vez, sólo trajo una reducida comitiva en la que estaba el secretario general de la Presidencia, Eduardo "Wado" De Pedro, que a pesar de ser también él candidato a diputado, se mantuvo en un segundo plano; también viajaron el vicecanciller, Eduardo Zuain, en reemplazo de Héctor Timerman, que sufre una enfermedad; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el embajador ante el Vaticano, Eduardo Valdés.

En la delegación oficial creen que éste, el sexto contacto que tiene la Presidenta con el Papa, se repetirá por lo menos dos veces más. Uno en septiembre, en Nueva York, donde coincidirán en la asamblea anual de las Naciones Unidas. El otro, esperan, en el Vaticano, en una suerte de despedida papal antes de que Cristina se despida formalmente del poder.

CUIDADO DE LA PIEL POR EL SOL

 

Sufrió el calor y, sobre todo, cuidó su piel. Durante las casi dos horas que estuvo la Presidenta participando de la misa del papa Francisco, el sol casi no dio tregua y Cristina Kirchner se protegió todo el tiempo la cara con un abanico, para evitar complicaciones con su rosácea crónica. Pero no todo fue negativo. "Debo haber bajado un kilo", dijo en broma al pasar entre la multitud..

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