Corea; el Papa: “Que los coloquios de Singapur garanticen un futuro de paz al mundo”

Corea; el Papa: “Que los coloquios de Singapur garanticen un futuro de paz al mundo”

Ángelus en la Plaza San Pedro: «Que Dios nos libre de la tentación de la envidia, es un veneno mortal que destruye al otro. Si esta mala yerba germina dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarnos»

Una oración por Corea en vista de los próximos coloquios de Singapur entre el presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Yong-un, para que puedan ser garantía de paz para la península y para el mundo entero, y una advertencia sobre la envidia, un «veneno mortal», una «mala yerba» que puede crecer dentro de cada uno de nosotros y que lleva a acusar a los demás falsamente, con «malicia» o, incluso, a premeditar una manera para «destruir» su reputación.  

  

«Deseo hacer llegar al amado pueblo coreano un pensamiento de amistad y mi oración», dijo el Papa al final del Ángelus que recitó hoy con los fieles en la Plaza San Pedro. «Que los próximos coloquios en Singapur garanticen un futuro de paz para la península coreana y para el mundo entero». El Papa pidió a los alrededor de 20 mil fieles reunidos en la Plaza San Pedro que rezaran con él un Ave María, para que la Virgen Reina de Corea acompañe estas negociaciones. 

  

Y hoy se refirió principalmente a la envidia: «¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación!», exclamó el Papa, para después advertir sobre este «veneno mortal» (para uno mismo y para los demás) e invita a confesarse inmediatamente cuando uno cae en este pecado antes que difunda y multiplique sus efectos nefastos. 

  

«Puede suceder que una fuerte envidia por la bondad y por las obras buenas de una persona pueda llevar a acusarla falsamente. Aquí hay un veneno mortal: la malicia con la que, premeditadamente, se quiere destruir la buena fama del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación!», dijo el Pontífice. Y aconsejó: «Si, examinando nuestra consciencia, nos damos cuenta de que esta mala yerba está germinando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la Penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos malvados que son incurables». 

  

El punto de partida para la catequesis del Papa fue el Evangelio de este domingo, 10 de junio de 2018, que narra las incomprensiones y las calumnias de los escribas que tuvo que soportar Jesús. Estos «hombres instruidos en las Sagradas Escrituras y encargados de explicarlas al pueblo» querían desacreditarlo ante el pueblo de Jerusalén, en donde la fama del Mesías comenzaba a difundirse. Ellos son enviados a Galilea «para hacer el oficio de los chismosos», dijo el Papa, «para quitarle la autoridad, y estos fueron enviados para hacer esto. No ahorran medios». Tanto que lanzan en contra de Jesús «una acusación precisa y terrible»: «Aquel es poseído por Belcebú y expulsa a los demonios mediante el jefe de los demonios». De hecho, Jesús sanó a muchas personas enfermas, y quieren hacer creer que él no lo hace con el Espíritu de Dios, sino con el del Maligno. 

  

«Jesús reacciona con palabras fuertes y claras», aseguró el Papa, porque esos escribas, quizás sin darse cuenta, «están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra en Jesús». «Es pecado contra el Espíritu Santo - puntualizó - el único pecado imperdonable, porque comienza desde el cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús». 

  

Se trata de un episodio, afirmó el Pontífice, que contiene una advertencia que nos sirve a todos: «puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda llevar a acusarlo falsamente. Aunque el Evangelio de hoy también habla de otro malentendido, dijo el Papa, el de los propios miembros de su familia, quienes estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura. 

  

«Jesús se mostró tan disponible para las personas, especialmente para los enfermos y pecadores, hasta el punto de que ya ni siquiera tuvo tiempo para comer. Tras ver esto, su familia decide traerlo de regreso a Nazaret. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo envían a llamar. Le dicen: “Mira, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan”, y él responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”, y mirando a las personas que le rodeaban para escucharlo, agrega: “¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, él es hermano, hermana y madre para mí”». 

  

Jesús, agregó el Papa, «ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo» y la respuesta de Jesús «no es una falta de respeto por su madre y su familia», dijo Francisco, de hecho, «para María es el mayor reconocimiento, porque ella es la discípula perfecta que ha obedecido la voluntad de Dios en todo». 

  

Por último, el Papa Francisco pidió «que la Virgen Madre nos ayude a vivir en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo actuando en Él y en la Iglesia y regenerando el mundo a una nueva vida», y recordó la beatificación de Adela de Batz de Trenquelléon, fundadora de las Hijas de María Inmaculada, llamadas marianistas, que ha tenido lugar hoy en Agen, Francia. Antes de despedirse, Francisco saludó a los peregrinos presentes en la Plaza San Pedro, particularmente a un grupo de fieles de las ciudades españolas Murcia, Pamplona y Logroño. 

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