«El consuelo está en Jesús, no en los chismes»

«El consuelo está en Jesús, no en los chismes»

Papa Francisco vuelve a celebrar la misa con los fieles en la capilla de la residencia de Santa Marta, y habla sobre el apoyo que los cristianos pueden ofrecerse recíprocamente

Por ANDREA TORNIELLI

¿Sabemos confortarnos los unos a los otros en nuestras comunidades, hablando de la venida de Jesús y del encuentro final con Él, o nos perdemos en chismes, incluso en chismes relacionados con “cosas de la Iglesia”? Es la pregunta que planteó a los fieles Papa Francisco al comentar las lecturas del día durante la homilía de la misa matutina en la capilla de Santa Marta, que ha retomado hoy después de la pausa veraniega, como indicó la Radio Vaticana.

Una fe cierta en el encuentro final con Cristo, más fuerte que la duda y tan firme que puede alegrar cada día no tiene sus raíces en los chismes y en las futilidades, sino en el “consuelo” que los cristianos saben darse “recíprocamente” en Jesús. El Papa reflexionó sobre el comportamiento de la antigua comunidad de Tesalónica que narra el pasaje de la Carta de San Pablo, propuesto por la Liturgia. Una comunidad “inquieta”, que se preguntaba el “cómo” y el “cuándo” de la vuelta de Cristo, y que preguntaba al apóstol cuál era la suerte que esperaba a los muertos.


San Pablo, explicó Francisco, recuerda que el día del Señor llegará de repente, “como un ladrón”, pero añade también que Jesús vendrá a traer la salvación a los que creen el Él. Y concluye: “Consuélense recíprocamente y sean de ayuda los unos a los otros”. Y es justamente este consuelo, insistió el Papa, el que “da la esperanza”.

“Este es el consejo: ‘Consuélense’. Consuélense los unos a los otros. Hablar de esto. Pero, yo les pregunto: ¿hablamos de esto, de que vendrá el Señor, de que nos encontraremos con Él? ¿O hablamos de muchas otras cosas, incluso de teología, de cosas de la Iglesia, de sacerdotes, de monjas, de monseñores, de todo esto? ¿Es nuestro consuelo esta esperanza? ‘Consuélense los unos a los otros’: consuélense en comunidad. En nuestras comunidades, en nuestras parroquias, ¿se habla de esto, de que estamos esperando al Señor que viene? ¿O se chismea de este, de aquel, de aquella, para pasar un poco el tiempo y no aburrirse demasiado?”.

En el Salmo responsorial, añadió el Pontífice, “repetimos: ‘Estoy seguro de contemplar la bondad del Señor en la tierra de los vivos’. Pero tú -preguntó nuevamente-, ¿tienes esa certeza de contemplar al Señor?”. El ejemplo que hay que imitar es el de Job, que, a pesar de sus desventuras, afirmaba: “Yo sé que Dios está vivo y yo lo veré, y lo veré con estos ojos”.

“Es cierto, Él vendrá a juzgar, y cuando vamos a la Sixtina vemos esa bella escena del Juicio Final; es cierto. Pero pensemos también que Él vendrá a encontrarme para que yo lo vea con estos ojos, para que lo abrace y esté siempre con Él. Esta es la esperanza que el Apóstol Pedro nos pide que expliquemos con nuestra vida a los demás, que demos testimonio de esperanza. Este es el verdadero consuelo, esta es la verdadera certeza: ‘Estoy seguro de contemplar la bondad del Señor’”.

Como Pablo a los cristianos del pasado, Francisco repite el mismo consejo a los de la Iglesia de hoy: “Consuélense los unos a los otros con las buenas obras y ayúdense los unos a los otros. Es así como saldremos adelante”. “Pidamos al Señor esta gracia: que aquella semilla de esperanza que sembró en nuestro corazón se desarrolle, crezca hasta el encuentro definitivo con Él. ‘Yo estoy seguro de que veré al Señor’. ‘Yo estoy seguro de que el Señor vive’. ‘Yo estoy seguro de que el Señor vendrá a encontrarme’: este es el horizonte de nuestra vida. Pidamos esta gracia al Señor y consolémonos los unos a los otros con las buenas obras y las buenas palabras, por este camino”.

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