La conmoción de los obispos por el testimonio de las víctimas de abusos

La conmoción de los obispos por el testimonio de las víctimas de abusos

En la rueda de prensa cotidiana sobre la cumbre en el Vaticano, las diferencias culturales entre los obispos de todo el mundo, la perplejidad de algunos africanos y asiáticos, los temas de la homosexualidad y del celibato

Una experiencia «conmovedora», «poderosa», cruda, que llega «a lo profundo del corazón», capaz de hacer reflexionar y «llorar». Estas fueron las reacciones que suscitaron los cinco videos con los testimonios de cinco víctimas de abusos sexuales con los que se inauguró la cumbre a la que convocó el Papa con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, que se seguirá llevando a cabo en el Vaticano hasta el próximo domingo.

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«Ya me he encontrado con supervivientes y sé que, aunque haya puntos en común, cada una de estas historias es única, pero debo decir que hoy me conmoví mucho más de lo normal, me sorprendí hasta las lágrimas», refirió el arzobispo de Brisbane (Australia), Marc Coleridge, durante la rueda de prensa cotidiana. «He escuchado a víctimas, pero hoy fue diferente, debido al contexto extraordinario, una reunión de obispos, con la presencia del Papa. Creo que tocamos inmediatamente una de las cuerdas profundas del encuentro».

 

Los textos de los cinco testimonios fueron distribuidos por la Sala de Prensa vaticana, pero sus identidades y sus voces fueron celadas a las 190 personas que participan en el encuentro. Fue «una experiencia muy poderosa, emocional», dijo monseñor Charles Scicluna: «Siempre he dicho que para entender la gravedad de la situación debes escuchar a las víctimas, encontrarte con ellas, porque ese es terreno sacro en el que tocamos las heridas de Cristo». También el padre Federico Lombardi, moderador de la asamblea, se dijo «muy conmovido por los testimonios de las víctimas». Y el padre Hans Zollner, jesuita, psicólogo y referente del comité que organiza la cumbre, quiso subrayar que los testimonios de cinco víctimas de cinco continentes diferentes dejaron claro que el problema de los abusos «no es un problema norteamericano o centro-europeo», y que después de sus palabras, «muy honestas», que «no se ahorraron nada», hubo dos minutos de silencio, durante los cuales «podías sentir que las personas estaban en sintonía con lo que acababan de escuchar».

 

Precisamente este, aclaró Zollner, es uno de los objetivos del encuentro vaticano: «Las normas legales son importantes, es importante colmar las lagunas, es importante reforzar las responsabilidades, pero es también importante el empeño con el corazón, porque solamente con una motivación fuerte se pueden alcanzar los objetivos» de una efectiva tutela de los menores. Para el presidente del Centro para la Protección de los Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana, «una vez que escuchas con oído abierto, mente abierta y corazón abierto, no puedes permanecer indiferente: el primer punto es que las personas abran los oídos, la mente y el corazón». También monseñor Jean-Claude Hollerich, jesuita, arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), dijo a los periodistas al final de la sesión matutina que los obispos quedaron «muy conmovidos» por los testimonios de las víctimas, un mensaje que «llegó al fondo del corazón». Tan es así que varios de los participantes lloraron.

 

Hoy por la tarde, como mañana y pasado mañana, intervendrán personalmente en la asamblea, a puerta cerrada para tutelar su privacidad, otras víctimas. Una delegación de víctimas se reunió ayer con el comité que organiza la cumbre. La Santa Sede había pedido que los obispos se reunieran con víctimas de sus países antes de llegar a Roma para el encuentro de estos días.

 

La conferencia de prensa, moderada por el director “ad interim” de la Sala de Prensa vaticana, Alessandro Gisotti, se llevó a cabo en el Instituto Augustinianum, a pocos metros de la Plaza San Pedro. Fue la ocasión para exponer la gran diversidad cultural de la Iglesia católica en el mundo. «Yo vengo de la pequeña isla de Malta y estoy sentado al lado del arzobispo de esa isla enorme que es Australia», bromeó Scicluna. «Esta es la Iglesia católica. Venimos de todas las partes del mundo y nos encontramos juntos para confrontarnos y hacer nuestro este compromiso común».

 

Monseñor Coleridge, por su parte, en cuanto anglófono, fue incluido en uno de los grupos de trabajo en lengua inglesa, en los cuales está dividida la asamblea, para que elaboren por las tardes propuestas concretas. A pesar de la lengua común, «afrontamos contextos culturales muy diferentes, esto quedó en evidencia inmediatamente», dijo el religioso australiano, citando a algunos de sus hermanos africanos y asiáticos, que «se preguntaban por qué hablamos tan obsesivamente de los abusos sexuales, y dicen que en sus países sí, hay menores que sufren abusos, pero porque son obligados a ser soldados o son explotados en el trabajo. Este, para nosotros, es un gran desafío. La Iglesia debe lograr ser, al mismo tiempo, radicalmente local y genuinamente global».

 

El mismo Coleridge comentó la publicación del libro “Sodoma” del periodista francés Frederic Martel, que salió hoy a la venta en las librerías de veinte países en ocho lenguas diferentes. Al responder a los periodistas, con ironía, dijo que «aquí, en Roma, de vez en cuando aparece un libro de este tipo; hace algunos años fue “Lo que el viento se llevó en el Vaticano”, ahora está este libro… no lo he leído, pero este género escandaloso aquí en Roma es un elemento de la cultura».

 

Monseñor Sicluna, ex fiscal vaticano en materia de abusos sexuales y actual responsable de la Corte de apelación en la Congregación para la Doctrina de la Fe, aclaró diferentes cuestiones planteadas por los periodistas. Algunos preguntaron por qué el Papa no había utilizado la palabra “homosexualidad” en su discurso para inaugurar la cumbre (y no aparece tampoco en algunos documentos de la cumbre de los obispos); el religioso maltés respondió que «generalizar sobre una categoría de personas nunca es legítimo, y subrayó que la homosexualidad y la heterosexualidad «son condiciones humanas, no algo que predisponga al pecado: todos tenemos una propensión al pecado».

 

El padre Lombardi, por su parte, respondió a otra pregunta sobre el nexo entre los abusos y el celibato. «Es un tema sobre el que evidentemente se puede hablar, pero nuestra conciencia común es que el abuso como tal no tiene que ver con el celibato de los sacerdotes. El tema, por ahora, no ha salido a la luz, veremos si alguno de los grupos lo nombra y profundiza». Scicluna después dijo que considera, siguiendo la jurisprudencia estadounidense, que deben ser publicados los nombres de los sacerdotes que han sido objeto de acusaciones «creíbles o fundadas», no los nombres de sacerdotes que sean objeto de acusaciones simples o que no hayan sido verificadas. Y dijo que no considera que la dimisión del estado clerical (preferible a la expresión «reducción al estado laico») sea la solución universal para los sacerdotes culpables, porque, en particular, teniendo en cuenta la edad, hay que decidir «caso por caso» y perseguir siempre la tutela de los menores.

 

Scicluna anunció que ya se está completando un “vademécum” de la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo forma de preguntas y respuestas, para ayudar a los obispos a que sepan qué hacer cuando se presenta una denuncia por pederastia en contra de un sacerdote. El padre Lombardi dijo que está previsto que la cumbre acabe el domingo con un discurso final del Papa y que, por el momento, no se ha pensado en ningún documento final, aunque con el curso de las sesiones de trabajo es posible que lleguen muchas medidas específicas.

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