Concordia en Venezuela y reconciliación en Nicaragua, el Papa en Navidad

Concordia en Venezuela y reconciliación en Nicaragua, el Papa en Navidad

Francisco recuerda a los países latinoamericanos que están sumidos en crisis políticas y sociales durante una bendición “a la ciudad y al mundo” en la cual clamó paz para los focos violentos del mundo

Concordia para Venezuela. Y reconciliación para la “querida Nicaragua”. Son los deseos del Papa, para los países latinoamericanos que aún están sumidos en profundas crisis políticas y sociales. Los pronunció hoy en su tradicional bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo). Asomado al balcón central de la Basílica de San Pedro, Francisco saludó la Navidad. Repasó los focos de tensión en los cinco continentes. Imploró la paz para Siria, Ucrania y Yemen. Y clamó por la fraternidad, pese a las diferencias.

 

“Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población”, afirmó el pontífice, hablando en italiano.

 

Más adelante añadió: “Que delante del niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”. 

 

El Papa decidió incluir estos únicos dos focos inestables latinoamericanos en un mensaje centrado en la fraternidad. Como es tradición, exactamente al mediodía de este 25 de diciembre y ante una Plaza de San Pedro llena, el pontífice dio su saludo navideño. Recordó el camino de los pastores, los primeros en llegar a la gruta de Belén. “¿Qué nos dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad?”, cuestionó. Aseguró que el mensaje es que Dios es un “padre bueno” y nosotros somos todos hermanos.

 

Es la “fraternidad cristiana”, continuó. Sin ella, los esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos e, incluso, los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu, siguió. Por eso, confesó que su deseo de Navidad es un deseo de fraternidad.

 

Solicitó fraternidad entre personas de toda nación y cultura. Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro. Fraternidad entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan.

 

Recordó que Dios quiso hacerse humano, no apareció como un ángel sino que nació en un tiempo y en un lugar concretos, como hombre. Lo hizo para mostrar que la salvación pasa por el amor, la acogida y el respeto, porque todos son hermanos en la humanidad. 

 

“Nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos. La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí Dios es el ‘padre’, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad”, apuntó.

 

Entonces, al pedir que durante la Navidad todos redescubran los nexos de fraternidad que unen a los seres humanos y a los pueblos, pasó revista a los focos de tensión alrededor del mundo, comenzando por la situación en Medio Oriente. Deseó que los israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que ponga fin a un conflicto que -desde hace más de setenta años- “lacera la tierra elegida por el señor para mostrar su rostro de amor”.

 

Clamó porque el niño Jesús permita “a la amada y martirizada” Siria que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años de guerra y que la Comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una solución política que deje de lado las divisiones y los intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda volver a vivir en paz en su patria.

 

Dedicó un pensamiento especial a Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada por mediación de la comunidad internacional pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre. 

 

“Pienso también en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino niño, rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por promover caminos de reconciliación a nivel político y social”, abundó.

 

Más adelante auguró que la Navidad fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, para que se alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el bienestar.

 

Imploró consuelo para Ucrania, “ansiosa por reconquistar una paz duradera que tarda en llegar”. Precisó que solo con la paz, respetuosa de los derechos de toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y reestablecer condiciones dignas para los propios ciudadanos. Aseguró que se siente cercano a las comunidades cristianas de esa región, y pidió que se puedan tejer relaciones de fraternidad y amistad.

 

También recordó a los pueblos que sufren “colonizaciones ideológicas, culturales y económicas” viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.

 

Se dirigió además, de manera especial, a quienes celebran la Natividad en contextos difíciles, y hostiles, allí donde las comunidades cristianas son una minoría, a menudo vulnerable o no considerada. Deseó que ellos y a todas las comunidades minoritarias puedan vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre todo a la libertad religiosa.

 

“Que el niño pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos recibir paz y consuelo por el nacimiento del salvador y, sintiéndonos amados por el único padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos”, sentenció.

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