La Compañía de Jesús en Chile es golpeada por nuevos casos de abusos

La Compañía de Jesús en Chile es golpeada por nuevos casos de abusos

Renato Poblete, fue capellán del Hogar de Cristo por cerca de 20 años, la gran obra que fundó San Alberto Hurtado y que convirtió a esta fundación en una de las organizaciones sociales más importantes de Chile

 

través de una entrevista en el diario El Mercurio hemos conocido a Marcela Aranda, denunciante de abusos de conciencia, poder y sexual del carismático y reconocido sacerdote jesuita Renato Poblete, quien murió en febrero del 2010. 

Valiente es el adjetivo más repetido por todos al referirse a Marcela (53 años, teóloga de la Universidad católica), quien denunció ante la Comisión de Escucha encargada por Monseñor Charles Scicluna. “Me siento sobreviviendo con gran esfuerzo, mucha ayuda especializada y el cariño de mis amigos por abusos horrorosos”, relata esta teóloga en la entrevista dada al medio de comunicación.

“Cuando uno hace una denuncia de la envergadura de la que he hecho y del personaje (que se trata), me siento con la responsabilidad de decir que fui yo quien hizo esa denuncia, que la gente perciba la devastación que hay en quien ha sufrido estos abusos, con nombre y rostro concreto. Que vean las huellas del dolor”, explica por su decisión de hablar con la prensa.

Renato Poblete, fue capellán del Hogar de Cristo por cerca de 20 años, la gran obra que fundó San Alberto Hurtado y que convirtió a esta fundación en una de las organizaciones sociales más importantes de Chile. El sacerdote jesuita fue mediador en el secuestro de Cristián Edwards, hijo del dueño de diario El Mercurio. En resumen, Poblete era un hombre de gran relevancia y que hoy un parque fluvial lleva su nombre.

Marcela afirma que decidió denunciar ahora porque “las víctimas hacemos un proceso muy doloroso y de muchos años, 20, 30, 50, entre el abuso y el momento que, por fin, logramos poner en palabras el horror que sufrimos”.

La teóloga relata al diario que conoció al jesuita cuando tenía entre 19 y 20 años, cuando estudiaba Física. “En esa época tenía mucha inquietud de ayuda social y me acerqué al Hogar de Cristo para ser voluntaria, entusiasta, idealista, me movía mucho el pensamiento del Padre Hurtado”, recuerda.

“Me aboqué con todo el entusiasmo juvenil -agrega- a ayudar en el Hogar de Cristo y me surgió este llamado a discernir una posible vocación religiosa. Es normal como católico que en algún momento uno se pregunte: ¿qué quiere Dios de mí? Me recomendaron tener un director espiritual para acompañar ese proceso y me hablaron del capellán Renato Poblete Barth”.

Sobre los abusos que se prolongaron hasta que cumplió 27 años, Marcela remarca que “el abusador es una persona muy astuta, con un manejo impresionante de la sicología humana, pero para la maldad. Tienen la capacidad de percibir dónde está tu fragilidad, por ahí entran y uno no tiene herramientas para defenderse del abuso”.

Así, añade, “A medida que van transcurriendo los hechos de abuso, uno va quedando completamente atrapado, comienza a perder la noción de lo que está bien y lo que está mal, pierde la voluntad, la libertad. Uno se transforma en un esclavo de la voluntad del otro”.

“Me anima buscar verdad y justicia, soy parte de la Iglesia y responsable por ella también. Soy profesora de Teología y sigo siendo católica con todas las dudas que me han invadido, las faltas de confianza, la rabia”, enfatiza.

“Obviamente que estos hechos me cuestionan mucho la fe y la confianza”, sostiene Aranda quien agrega que “el abuso no destruye una parte de uno, te destruye entero, incluida la fe. Quería que fuera la Iglesia a la que pertenezco la que primero acogiera mi denuncia y tuviera la oportunidad de investigar, transparentar y sancionar estos terribles abusos de que fui objeto”.

“Aquí no se trata de enjuiciar a un muerto, aquí se trata de que la Compañía de Jesús tiene la oportunidad de revisar qué pasó para que alguien sufriera el abuso que yo sufrí por tantos años y nadie hiciera nada, como si nadie hubiera visto ni oído nada”.

Por último, la Compañía también dio a conocer que a la Congregación para la Doctrina de la Fe había llegado una nueva denuncia en contra de Eugenio Valenzuela, exprovincial. Éste marcó una época dorada en la orden. Fue promotor de vocaciones, maestro de novicios y provincial. Por ejemplo, entre los años 1997 y 1999 entraron 30 jóvenes al noviciado dirigido por Valenzuela. Treinta novicios, 30 vocaciones, 30 futuros jesuitas. Pese a eso, de los 30 hoy solo cuatro siguen en la Compañía de Jesús.

 

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