Como buen jesuita, Francisco mira hacia el Oriente

Como buen jesuita, Francisco mira hacia el Oriente

Acaso el gran sueño del Papa Francisco, como buen jesuita, es coronar su pontificado con un viaje a China. Fueron los jesuitas, con el brillante Mateo Ricci a la cabeza, la gran avanzada de la Iglesia católica en el Imperio del Sol Naciente hace cuatro siglos. Una avanzada que se frustró en buena medida por la falta de flexibilidad cultural del Vaticano.

Por Sergio Rubin

Pero China siempre constituyó el gran objetivo del catolicismo. Un objetivo que ahora cobra fuerza porque Francisco considera que en el Oriente, en buena medida, está el futuro del catolicismo. Por eso, viene desplegando una ofensiva diplomática que tiene al gigante asiático como la principal meta.

China no es un objetivo fácil. El catolicismo se mueve prácticamente en la clandestinidad y una llamada Iglesia Nacional Patriótica “reemplaza” a la apostólica y romana y se arroga la consagración de obispos, en abierto desafío a la autoridad del sumo pontífice.

Por si ese desafío fuese poco, otro enorme es asumido con fuerza por Francisco: desbloquear la relación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, que siempre receló de lo que considera el “proselitismo” católico.

Se especula con un  próximo encuentro del Papa con el patriarca Kirill que quizá destrabaría el vínculo. Y abriría la posibilidad de un viaje de Francisco a Moscú.

¿El Papa argentino podría viajar a China y Rusia en 2017? ¿Una utopía? Lo cierto es que comenzó a especularse con ambas visitas.

Después de haber ayudado al restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE.UU., Francisco quiere seguir haciendo historia.

Y echar abajo las barreras que impiden anunciar el Evangelio en todas partes.

Como buen jesuita.

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