Más cerca de la beatificación: “Angelelli es nuestro”

Más cerca de la beatificación: “Angelelli es nuestro”

El emblemático obispo argentino cada vez está más cerca del honor de los altares. Detalles del avance en su proceso de beatificación en esta entrevista con el actual obispo de La Rioja, Marcelo Colombo

“Angelelli es nuestro”. Como Juan Pablo II lo dijo de Óscar Arnulfo Romero, el obispo de los pobres y ya santo salvadoreño, así lo repite Marcelo Colombo del emblemático obispo de La Rioja. Asesinado el 4 de agosto de 1976 en una operación que quiso presentarse como un accidente, en plena dictadura argentina, está cada vez más cerca de ser reconocido como mártir y beato de la Iglesia. Esta semana un grupo de teólogos del Vaticano inició el análisis de su caso y, con toda probabilidad, antes de fin de año llegará al escritorio del Papa. 

  

Pero prefiere ser prudente Colombo, desde 2013 obispo riojano, por voluntad del propio Francisco. En entrevista exclusiva con el Vatican Insider ofrece detalles de un proceso destinado a dar cuatro nuevos mártires a la Argentina. 

  

¿Cómo va la causa? 

La causa se está tramitando en Roma desde octubre de 2016 y se une a la causa de los otros testigos de la fe en La Rioja: Carlos Murias, Gabriel Longeville y Wenceslao Pedernera que iniciamos en mayo de 2015, porque el contexto histórico, político y religioso por el cual acontecieron las muertes de todos es el mismo. Se trató del testimonio de una Iglesia muy comprometida con la renovación conciliar y con la transformación de la sociedad. Nuestro planteo fue aceptado por la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano que unió las causas. En este momento está en la etapa máxima de consideración porque este martes 15 fue evaluada por el Congreso Teológico, compuesto por los teólogos responsables de analizar la causa.  

  

Después de este estudio, ¿qué sigue? 

Cuando los teólogos pronuncien su parecer, de acuerdo al resultado alcanzado, pasará a la plenaria de cardenales, seguirá el estudio final del prefecto y finalmente, si hay mérito, la declaración de martirio por parte del Papa. 

  

Entonces, ¿se reconocería el martirio de todos al mismo tiempo? 

Exacto. Sería Enrique Angelelli y compañeros mártires. Se han buscado las circunstancias y se identificaron los hechos que sostienen el martirio. En la positio (documento que resume el caso) quedó demostrado el modo en que fueron eliminados, la motivación y las razones de la muerte por causa de su fe. 

  

¿Cuánto influyó en este proceso el esclarecimiento del asesinato de Angelelli y la identificación de los autores intelectuales, con su posterior castigo judicial hace poco? 

La determinación del asesinato como la causa de muerte de Angelelli había sido establecida con mucha claridad en el año 1986 por el juez riojano Aldo Fermín Morales. Después la Argentina vivió vicisitudes políticas e institucionales muy fuertes, con las leyes de obediencia debida y punto final, así como los indultos a los acusados. Por eso hubo que esperar para la clarificación, más tarde, gracias a una nueva instancia en la justicia federal. Claro, fue rotunda la demostración judicial, sin embargo ya desde hace 30 años en La Rioja existía la convicción del homicidio. 

  

Esa situación política posterior, en los años 80, ¿profundizó la lentitud en la búsqueda de la verdad plena sobre este y otros casos? 

Esa lentitud se dio a nivel Argentina y afectó a todas las causas de lesa humanidad, hubo un retraso hasta la primera década de este siglo XXI. Lo que sobre Angelelli era convicción en la mayoría de los sacerdotes y la gente, quedó constatado con la sentencia del 4 de junio de 2014.  

  

Por muchos años se trató a la figura de Angelelli como “incómoda” y se le intentó etiquetar ideológicamente, ¿a qué lo atribuye? 

Un cierto sector muy pequeño podría pensar en esos términos. En estos años he recogido los testimonios de muchos obispos argentinos tuvieron relación con él, lo conocieron en el seminario o como figura del clero de Córdoba. Todos hablaron maravillas de su liderazgo espiritual y moral, ya tempranamente entre los sacerdotes cordobeses y, más tarde, en el conjunto del país. 

  

¿Él fue presa, entonces, de un relato desproporcionado que lo presentaba como un “obispo rojo” e iba más allá de su propia voluntad? 

Para mi su figura fue de una clara pertenencia eclesial. Al cumplirse los 40 años de su muerte recordé la famosa frase de Juan Pablo II ante la tumba de monseñor Óscar Arnulfo Romero. Por eso afirmé con toda emoción: “Angelelli es nuestro”. Indudablemente se trata de un pastor de la Iglesia. El uso y el manejo de su figura corre por cuenta de quien quiso hacerlo, pero nosotros estamos ante la presencia de un pastor. 

  

¿La beatificación sería como una especie de cierre a aquel tiempo tan borrascoso de la historia y de la Iglesia argentina?  

Para mí va a ser un momento de bendición para el episcopado argentino. Podremos ver en este pastor algunos signos que la Iglesia hoy, a través de Francisco, nos propone con tanta claridad y que estaban anticipados en su ministerio: la cercanía con la gente, la franqueza al afrontar los problemas, la fidelidad al espíritu del Concilio y la creatividad pastoral. Creo que va a ser eso fundamentalmente. Para el pueblo sencillo de La Rioja y de la Argentina será un signo elocuente de cuánto Dios ha actuado a través de este hombre y sus colaboradores. En los otros mártires aparece proyectado todo el pueblo de Dios: un cura diocesano, un religioso y un laico, trabajador, cooperativista rural. 

  

¿Qué aspectos de la vida de Angelelli le sorprenden más? 

Por un lado su extraordinario amor al sacerdocio y los sacerdotes, como cura primero, como obispo auxiliar en Córdoba y como titular en La Rioja, después. Generaba comunidad. Daba con su franqueza, su simpatía, su bonhomía señales muy claras sobre lo importante de remarla juntos. Esto transmitía una mística que los sacerdotes mayores la comparten hoy con gran emoción. Muchos testigos de la causa de beatificación lo recuerdan con lágrimas en los ojos, era conmovedor verlo a él seguir siempre apostando al trabajo mancomunado, sobre la base de una amistad sacerdotal y apostólica muy fuerte. 

  

¿Qué relación tenía con su pueblo? 

Su misión fue ser obispo de La Rioja, se emocionaba hablando de su pueblo. Se preocupaba por las mucamas que debían trasladarse a Buenos Aires para vivir en situación casi de esclavitud en la década del 60 del siglo pasado, por los trabajadores mineros mal pagos o desconocidos laboralmente entonces, por los peones rurales con esos magros salarios. Es decir, era un hombre que incluía en su ministerio a las personas y a los detalles sencillos. 

  

¿Cómo sigue el Papa Francisco el proceso de beatificación? 

Él lo conoció directamente. El joven Jorge Bergoglio asistiendo al padre (Pedro) Arrupe, el tan conocido padre general de los jesuitas, cuando visitó (la localidad riojana de) Famatina tuvo el encuentro con el obispo. Angelelli incluso le predicó un retiro de una mañana a un grupo de jesuitas que tenían responsabilidades a nivel latinoamericano; después, como provincial, el Papa visitó La Rioja y tuvo diálogo con él. Por eso tiene un recuerdo muy fresco y positivo, realmente cuando habla de Angelelli Francisco se entusiasma evocando, especialmente, su entrega. 

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