“Católicos y budistas juntos para sanar las heridas del pueblo birmano”

“Católicos y budistas juntos para sanar las heridas del pueblo birmano”

El encuentro de Francisco con el comité central de los monjes budistas de Rangún, nombrados por el Estado: «Debemos superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio». El Papa cita a Buda y a san Francisco de Asís

El Papa Francisco está rodeado por monjes vestidos de rojo oscuro en el Kaba Aye Center de Rangún. En este tercer día en Myanmar, pretende lanzar una señal clara y fuerte en un país en el que los budistas son la mayoría y en el que las que sufren las discriminaciones son las minorías étnicas y religiosas, musulmanas y cristianas. «Que los budistas y los católicos caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra», dice Bergoglio, pidiendo «superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio». 

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El encuentro se lleva a cabo por la tarde (hora local), en el lugar simbólico del budismo Therevada: el Kaba Aye Center, dominado por la homónima “Pagoda de la paz mundial”, que es uno de los templos budistas más venerados del sureste asiático. El edificio, construido en 1952, tiene una imponente cúpula de oro sostenida por seis columnas, que simbolizan los seis Consejos del budismo, y el último de ellos se llevó a cabo precisamente en este lugar, de 1954 a 1956. 

 

Francisco es recibido y saludado por el venerable Bhaddanta Kumarabhivamsa, presidente del Comité estatal Shanga Maha Nayaka. También está presente Thura Aung Ko, ministro de Asuntos religiosos y culturales de Myanmar. A a la entrada Bergoglio se quita los zapatos, como todos, antes de entrar a la pagoda, y se queda en calcetines. Los monjes están sentados en sillas de madera en un lado de la sala, mientras que enfrente de ellos se sientan el Pontífice y su séquito. 

 

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El presidente de los monjes afirma en su discurso: «En este nuestro mundo actual es deplorable ver “terrorismo y extremismo” en acto en nombre de los credos religiosos. Puesto que todas las doctrinas religiosas enseñan solo el bien de la humanidad, no podemos aceptar que el terrorismo y el extremismo nazcan de malas interpretaciones de las enseñanzas originales de las respectivas religiones, porque algunos seguidores introducen enmiendas a las enseñanzas originales bajo el impulso de los propios deseos, instintos, miedos y desilusiones, los cuatro obstáculos para el recto pensamiento» 

 

El encuentro, explica el Papa al tomar la palabra, es «también una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso por la paz, el respeto de la dignidad humana y la justicia para todos los hombres y mujeres. No sólo en Myanmar, sino también en todo el mundo, las personas necesitan que los líderes religiosos den este testimonio común. Porque, cuando nosotros hablamos con una sola voz –añade Bergoglio–, afirmando el valor perenne de la justicia, de la paz y de la dignidad fundamental de todo ser humano, ofrecemos una palabra de esperanza. Ayudemos a los budistas, a los católicos y a todos a luchar por alcanzar una mayor armonía en sus comunidades». 

 

 

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Francisco recuerda las injusticias y los conflictos que en esta época «parecen ser particularmente graves», y pide no resignarse, sino seguir «la vía que lleva a la curación, a la mutua comprensión y al respeto. Una vía basada en la compasión y en el amor». Francisco expresa «mi estima a todos los que en Myanmar viven según las tradiciones religiosas del Budismo. A través de las enseñanzas de Buda, y el testimonio elocuente de muchos monjes y monjas, la gente de esta tierra ha sido formada en los valores de la paciencia, de la tolerancia y del respeto por la vida, así como en una espiritualidad atenta y profundamente respetuosa de nuestro medio ambiente. Como sabemos, estos valores son esenciales para un desarrollo integral de la sociedad». 

 

El gran desafío de nuestro tiempo, continúa, «es el de ayudar a las personas a que se abran a la trascendencia», pero dándonos cuenta de que «no podemos permanecer aislados los unos de los otros». Bergoglio cita a Buda y a san Francisco: «Si debemos estar unidos, como es nuestro propósito, es necesario superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio. ¿Cómo podemos hacerlo? Las palabras de Buda nos ofrecen a todos una guía: “Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad”. Son sentimientos parecidos a los que se expresan en la oración atribuida a san Francisco de Asís: “Señor, hazme instrumento de tu paz. Que donde hay odio, yo ponga el amor. Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón […]. Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría”».  

 

 

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Francisco espera que «esta sabiduría» pueda seguir «animando todos los esfuerzos que se realizan para promover la paciencia y la comprensión, y para curar las heridas de los conflictos que a lo largo de los años han dividido a personas de distintas culturas, etnias y convicciones religiosas. Estos esfuerzos no son sólo prerrogativas de los líderes religiosos, ni competencia exclusiva del Estado. Al contrario, la sociedad en su conjunto, todos aquellos que viven en la comunidad, son los que deben compartir la tarea de superar el conflicto y la injusticia. Sin embargo, los líderes civiles y religiosos tienen la responsabilidad propia de garantizar que cada voz sea escuchada». 

 

Para hacerlo, se requiere una «mayor cooperación entre los líderes religiosos». Y el Papa asegura: «deseo que sepan ustedes que la Iglesia Católica es un interlocutor disponible». «Que los budistas y los católicos –concluye– caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra».  

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