Carta a los jóvenes: la Iglesia y el mundo los necesitan urgentemente

Carta a los jóvenes: la Iglesia y el mundo los necesitan urgentemente

El texto del mensaje de los padres sinodales: «Que nuestras debilidades no los desanimen. Conviértanse en compañeros de camino de los más frágiles, de los pobres, de los heridos por la vida»

A ustedes, jóvenes del mundo, nos dirigimos nosotros, los padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consolación. En estos días nos hemos reunido para escuchar la voz de Jesús, el «Cristo eternamente joven», y reconocer en Él las muchas voces de ustedes, sus fritos de júbilo, las quejas, los silencios. Conocemos sus búsquedas interiores, alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que constituyen su inquietud. 

 

Deseamos que ahora escuchen una palabra nuestra: queremos ser colaboradores de su alegría, para que sus expectativas se transformen en ideales. Estamos seguros de que estarán listos para comprometerse con su deseo de vivir, para que nuestros sueños cobren cuerpo en su existencia y en la historia humana. Que nuestras debilidades no los desanimen, que las fragilidades y los pecados no sean obstáculo a su confianza. La Iglesia les es Madre, no los abandona, está lista para acompañarlos por caminos nuevos, por los altos senderos en los que el viento del Espíritu sopla cada vez más fuerte, limpiando las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desaliento. 

 

La carta de los padres sinodales a los jóvenes

Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto que nos dio a su Hijo Jesús, está replegado en las cosas, en el éxito, en el placer y aplasta a los más débiles, ustedes ayúdenlo a levantarse y a dirigir la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia. Durante un mes hemos caminado junto con algunos de ustedes y muchos otros unidos a nosotros con la oración y el afecto. Deseamos proseguir ahora el camino en cada parte de la tierra a donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros. La Iglesia y el mundo necesitan urgentemente su entusiasmo. Conviértanse en compañeros de camino de los más frágiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Ustedes son el presente, sean el futuro más luminoso. 

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