Atentado en Niza; el Papa: al odio se responde con diálogo

Atentado en Niza; el Papa: al odio se responde con diálogo

Francisco recibió a los parientes de las víctimas: a quienes asalta el Demonio hay que replicar no con más odio o violencia, sino con perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente.

DOMENICO AGASSO JR. - CIUDAD DEL VATICANO

Aunque sean muchos, todos merecen por lo menos una caricia del Papa. Cuando Francisco pasó a saludarlos, abrazarlos, a ofrecerles miradas de consolación y de aliento, también se vieron algunas sonrisas. Claro, no cuando tocaba la foto de una de las víctimas, entre los dedos desesperados de alguno de sus familiares. «Con viva conmoción los encuentro a ustedes, que sufren en el cuerpo y en el alma porque, una tarde de fiesta, la violencia los golpeó ciegamente, a ustedes o a uno de sus seres queridos, sin tener en cuenta su origen o su religión». Lo afirmó Papa Francisco esta mañana en la Sala Nervi, dirigiéndose a la delegación de la ciudad de Niza y de los parientes de las víctimas (86 muertos, 302 heridos) del atentado terrorista del pasado 14 de julio, en el Paseo de los Ingleses. Y les pidió no responder al odio con más odio, sino con el diálogo.

Había alrededor de mil personas en el Aula Pablo VI, acompañadas por el alcalde de la ciudad, Christian Estrosi, y el obispo, monseñor André Marceau. El clima del encuentro fue de recogimiento y conmoción. También había representantes del mundo islámico y hebraico.

«Deseo compartir su dolor, un dolor que se vuelve aún más fuerte cuando pienso en los niños, e incluso familias enteras, cuyas vidas fueron arrebatadas de repente y de forma tan dramática —dijo el Papa. A cada uno de ustedes les aseguro mi compasión, mi cercanía y mi oración».

«Le ruego al Dios de misericordia también por todas las personas que resultaron heridas, y en algunos casos atrozmente mutiladas, en el cuerpo y en el espíritu, y no olvido a todos aquellos que por ese motivo no pudieron venir o están aún en el hospital», subrayó el obispo de Roma.

La Iglesia «permanece a su lado y los acompaña con inmensa compasión. Con su presencia al lado de ustedes en estos momentos tan duros, le pide al Señor que salga a su encuentro y los ayude, poniendo en sus corazones sentimientos de paz y de fraternidad».

El drama que vivió «la ciudad de Niza ha suscitado por doquier significativos gestos de solidaridad y acompañamiento —recordó Francisco. Agradezco a todas las personas que de inmediato socorrieron a las víctimas, y a las que aún hoy, prosiguiendo también por largo tiempo, se dedican a sostener y a acompañar a las familias».

El Papa recuerda «naturalmente a la comunidad católica y a su obispo, monseñor André Marceau, pero también a los servicios de asistencia y asociaciones, en especial a Alpes-Maritimes Fraternité, aquí presentes, que reúne a representantes de todas las confesiones religiosas, y este es un signo muy bello de esperanza».

 

El Pontífice se dijo complacido al ver «que entre ustedes las relaciones interreligiosas son muy vivas», porque ellas no pueden más que contribuir «a aliviar las heridas de estos dramáticos sucesos». En efecto establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular entre cuantos confiesan un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables tantos políticos como religiosos, deben intentar favorecer y que cada uno está llamado a cumplir en su alrededor. Cuando la tentación de ensimismarse, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria. Éste es el mensaje que el Evangelio de Jesús dirige a todos nosotros. Se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente.

 

Y después lanzó un fuerte llamado: «establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular entre cuantos confiesan un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables tantos políticos como religiosos, deben intentar favorecer y que cada uno está llamado a cumplir en su alrededor. Cuando la tentación de ensimismarse, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria».

Éste es «el mensaje que el Evangelio de Jesús nos dirige a todos nosotros —explicó el Papa. Se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente».

Francisco, al final recordó que también reza «por su querido país y sus responsables, para que se construya infatigablemente una sociedad justa pacífica y fraterna». 

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