10 asombrosas similitudes entre papa Pablo VI y papa Francisco

10 asombrosas similitudes entre papa Pablo VI y papa Francisco

Alegría, esperanza, pobreza, diálogo, pedagogía,...

 

n L’Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede, ha sido publicado el extracto del libro Pablo VI a las raíces del magisterio de Francisco ( Libreria editrice vaticana, 2018 en italiano). El autor de la obra, el jesuita Pierre De Charentenay, en el capítulo “El Evangelio y la Alegría”, asegura que existe una “relación especial” entre ambos pontificados debido a palabras clave como evangelizar, predicar, esperanza y discernimiento, entre otras.

En efecto, el papa Francisco ha mencionado en más de una ocasión la positiva influencia que ha tenido en su vida, como sacerdote, el magisterio de Pablo VI.

En la foto de la portada vemos la oración silente de Bergoglio ante la tumba de papa Montini en el Vaticano a quien reza por la Iglesia.

Precisamente, el papa que cerró el Concilio Vaticano II será canonizado por Francisco el próximo 14 de octubre de 2018 en una ceremonia en la Plaza de Pedro en el contexto del Sínodo dedicado a los jóvenes y a la vocación.

Sin cara de funeral

“Un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral” , cita el autor el documento programático de Francisco para traer a colación el fervor y el dinamismo en la Evangelización, punto común en el lenguaje de Montini y Bergoglio (Evangelii gaudium, 10).  

Evangelización que no es el resultado de técnicas, sino de “colocar la predicación en el corazón de la misión de la evangelización”. 

Dar testimonio

No es una casualidad que Francisco cite a Pablo VI: “También en esta época la gente prefiere escuchar a los testigos: «tiene sed de autenticidad […] Exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo»  [Exhort. ap. Evangelii nuntiandi (8 diciembre 1975)]. 

“Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad”  (Evangelii Nuntiandi 41).

Lenguaje claro

Pablo VI -sostiene el autor- examina los medios y los caminos de la evangelización (Evangelii nuntiandi, 40).  “Simple, claro, directo, adecuado” (Evangelii nuntiandi, n.43) exige el Papa Montini que sea el lenguaje del evangelizador. ¿Otra coincidencia? 

En el libro, se expone que Francisco insiste en la necesidad de la pedagogía, la preparación de la predicación, que asimismo es una actitud espiritual y que necesita de un lenguaje claro.

Amor como mandamiento

Todo movido por la práctica del mandamiento de Jesús: “Amaos los unos a los otros“. Así, añade una dimensión social, un “elemento indispensable para ambos Papas”.

Cerca de cincuenta años han pasado y el autor se pregunta sobre los cambios de época en los tiempos de Pablo VI hasta Francisco.

“Esta objeción hipotética”, sin embargo, asegura es un puente entre ambos pontificados: “El anuncio del Evangelio, la transmisión de la fe, la promoción humana, el rechazo de la exclusión y de la violencia, el testimonio de vida”. 

Consumismo, ateísmo y dominio

Entretanto, expone elementos anteriores y de afinidad entre ambos papas, además de la respectiva crítica a la sociedad de consumo: “el punto extremo del progreso moderno”.  

Pablo VI parecería que describiera el mundo de hoy: “El aumento de la incredulidad”. Y la denuncia del “drama del humanismo ateo”[77].

Igualmente, la marca más característica del mundo moderno: “el secularismo”, excluir a Dios del mundo para “reconocer el poder del hombre”.

De esta manera, se presenta bajo “las formas más distintas, una civilización del consumo, el hedonismo erigido en valor supremo, una voluntad de poder y de dominio, de discriminaciones de todo género: constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas de este “humanismo” (Evangelii Nuntiandi 55). 

¿Éxito de la Iglesia?

El autor explica que Pablo VI describe los cambios, pero la Iglesia no está buscando la receta, así como Jesús no se preguntó si tenía éxito, sino que quería cumplir la voluntad del Padre. 

Por ello, la Iglesia tiene la intención de profundizar su vocación, su interpretación y su práctica del Evangelio, sostuvo. 

Por ejemplo, en un mundo donde la deriva es cada vez más fundamentalista, insiste  sobre la “importancia del diálogo”, igualmente proclamado en todas partes por ambos papas. 

Diálogo y verdad

El diálogo. Pablo VI lo convierte en la clave de la vida eclesial en Ecclesiam suam, Francisco lo convierte en un camino necesario para llegar a la verdad. Lo propone, en particular, en Evangelii gaudium para construir la paz, mediante el diálogo entre la fe y la razón, el diálogo ecuménico, el diálogo interreligioso y el diálogo social.

“La línea de diálogo, la base del Concilio Vaticano II, es fundamental para la Iglesia. Es un acercamiento a la persona humana, una forma de acercarse y entregarse a la otra”. 

Discernimiento

El autor, también jesuita, explica que el papa Francisco practica el “discernimiento”, una forma de conocer la voluntad de Dios según el entendimiento que uno tiene de los movimientos del Espíritu Santo dentro de uno mismo. 

“La misma actitud -agrega- de escucha y discernimiento es propia de Pablo VI. Retoma la lectura de los signos de los tiempos como un elemento indispensable para una “actualización” (Ecclesiam suam, 52) y una renovación de la acción de la Iglesia”. 

Caridad y pobreza

“Como Pablo VI (Ecclesiam suam, 54, 55 y 56), Francisco insta a la conversión y al espíritu de pobreza y caridad. Pablo VI lo convierte en una de las llaves de la renovación en la Iglesia con énfasis en la pobreza y la caridad. El cristiano debe abandonar la lógica del “mundo”.

Alegría

Por último, indica que el punto de llegada de este largo viaje es la alegría, “la alegría del Evangelio para Pablo VI y para Francisco”.  

El Papa argentino todavía especifica algunos elementos de este gozo cristiano: está vinculado a la simplicidad bíblica, a la pobreza evangélica.

Su profundidad es una función del desapego del creyente y de su capacidad para preservar un corazón generoso y simple. 

Así pone de ejemplo la acción contagiosa de “los Reyes Magos, los apóstoles, las mujeres que descubren la resurrección y quienes corren para anunciar las buenas nuevas”. 

Finalmente, la alegría es la fuente de la energía del cristiano, ya “que es el gozo el que indica el camino a seguir, contrario a los signos sombríos y tristes del espíritu maligno”.

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