Armenia; el Papa quiere recordar el «Gran Mal» con la oración

Armenia; el Papa quiere recordar el «Gran Mal» con la oración

Las palabras de Francisco sobre el uso del término «genocidio». El punto interrogativo sobre la Declaración conjunta inicialmente prevista y luego cancelada. Un viaje con profundo significado ecuménico

Por ANDREA TORNIELLI - CIUDAD DEL VATICANO

El Papa partirá el próximo viernes 24 de junio hacia Armenia, en un viaje que tendrá un profundo significado ecuménico. El obispo de Roma no se alojará en la sede de la nunciatura ni en el arzobispado de la Iglesia católica armenia, sino que será huésped del Catholicos Karekin II, en la residencia de Etchmiadzin, el «Vaticano» de la Iglesia apostólica armenia. Justamente como hizo Francisco, que hospedó a algunos líderes de Iglesias hermanas apostólicas y de la ortodoxia en Santa Marta, «su casa». Vivir bajo el mismo techo durante algunos días fue la ocasión no solo para diálogos e intercambios informales, sino también para momentos de oración. El ecumenismo, el diálogo entre las Iglesias, es más importante que nunca no solo para las Iglesias mismas, sino también para el testimonio que ofrecer a un mundo lacerado por el odio y los conflictos. Y el lazo que une a los católicos con los armenios apostólicos es verdaderamente estrecho, entretejido con amistad y colaboración: la Iglesia guiada por el Catholicos es la Iglesia con la que los católicos podrían celebrar juntos la eucaristía antes que con otras.

Es, pues, importante, tener en cuenta este significado del viaje para comprender que el Pontífice (y en general la Santa Sede) no quiere transformar el peregrinaje a Armenia en una ocasión para volver a encender polémicas o enfrentamientos político-diplomáticos. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio cultivó una amistad sólida con la comunidad armenia en Argentina: celebró los aniversarios del genocidio pidiendo que el «Gran Mal» fuera reconocido y recordado.

En abril de 2015, Francisco quiso celebrar en la Basílica de San Pedro, con la presencia del presidente armenio y del Catholicos, el centenario de las masacres perpetradas contra el pueblo de Armenia. Y en aquella ocasión, citando las palabras contenidas en la declaración conjunta que firmaron Juan Pablo II y Karekin II en 2001, definió aquella tragedia como «el primer genocidio del siglo XX». Un gesto que provocó fuertes tensiones con Turquía.

Benedicto XVI, al contrario de Papa Wojtyla, nunca utilizó la palabra «genocidio», y, cuando recibió a Nerses Bedros XIX Tarmouni, Patriarca de Cilicia de los Armenios, acompañado por los integrantes del Sínodo patriarcal, el 20 de marzo de 2006, prefirió usar el nombre «tristemente significativo de ‘Metx Yeghèrn’, el ‘Gran Mal’».

Cuando fue anunciado el programa del viaje de Francisco a Armenia, incluía una Declaración conjunta que Karekin II y Papa Francisco habrían debido firmar el domingo 26 de junio por la tarde en Etchmaidzin.

Pero durante la rueda de prensa con los periodistas sobre el viaje papal, el director de la Sala de prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi, explicó que «actualmente» esa Declaración común «no está prevista». Probablemente la Santa Sede y el Catholicosado armenio todavía no han encontrado un acuerdo sobre el texto que trata justamente sobre el «Gran Mal». Al respecto, las palabras que utilizó el Ministro del Exterior de Armenia, Garen Nazarena, revelan cuáles son las expectativas de los armenios; el diplomático concedió una entrevista a Zenit en la que recordó que al celebrar el centenario Papa Francisco «en cierto sentido invitó a Turquía a hacer cuentas con el propio pasado».

Durante la última semana, además, el obispo de Roma ha tenido ocasiones para expresarse justamente sobre el uso del tarmino «genocidio». El sábado 18 de junio, dialogando con los jóvenes de Villa Nazareth, Francisco en una de sus respuestas observó: «Es el destino de los cristianos: el testimonio (retomo la palabra testimonio), hasta en situaciones difíciles. A mí no me gusta, y quiero decirlo claramente, a mí no me gusta cuando se habla de un genocidio de los cristianos, por ejemplo en Medio Oriente: esto es reduccionismo, es un reduccionismo. La verdad es una persecución que lleva a los cristianos a la fidelidad, a la coherencia en la propia fe. No hagamos un reduccionismo sociológico sobre lo que es un misterio de fe: el martirio». Si bien el ejemplo no se refería al caso particular de Armenia (en donde las masacres tuvieron proporciones impresionantes, puesto que las víctimas fueron un millón y medio, y fueron perpetradas no solo por motivos religiosos), sino más bien al Medio Oriente y a lo que está sucediendo con el EI.

De cualquier manera, las palabras del Papa son significativas para comprender la intención de celebrar el martirio de los cristianos y el «Gran Mal» (expresó además más utilizada por los mismos armenios y ciertamente no menos fuerte que «genocidio»), pero sin ofrecer oportunidades para transformar un peregrinaje de amistad hacia las raíces de la fe cristiana común, un viaje ecuménico cuyo objetivo es el de que el mundo pueda apreciar el brillo de un testimonio de diálogo, de colaboración y unidad. Es decir, no se trata de un foco de nuevas tensiones internacionales en tiempos en los que ya existen bastantes y muy graves. El sábado 25 de junio por la mañana, la presencia de Francisco rezando en el Tzitzernakaberd Memorial Complex, el memorial del «Gran Mal», tiene en sí misma un significado muy profundo y será un signo y una invitación para recordar, para que los horrores inhumanos del pasado no vuelvan a repetirse.

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