“Argentina necesita volver su mirada a Dios”, afirmó Mons. Aracedo en la fiesta de la Virgen de Guadalupe

“Argentina necesita volver su mirada a Dios”, afirmó Mons. Aracedo en la fiesta de la Virgen de Guadalupe

Miles de personas participaron este fin de semana de la 118ª Peregrinación Arquidiocesana a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona santafesina. El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, señaló que “el dinero, el poder y el éxito a cualquier precio han ocupado un lugar en la escala de los intereses individuales o grupales, que han desplazado a la verdad y devaluado el valor de la palabra”, y pidió –por la intercesión de María, Madre de la esperanza- “por nuestra amada patria”.

Miles de personas participaron este fin de semana de la 118ª Peregrinación Arquidiocesana a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona santafesina, que llevó por lema “Madre de la Esperanza, que Jesús sea nuestra Buena Noticia”. 

Los devotos se acercaron para pedirle y agradecerle a la Virgen y participaron de la procesión por los alrededores de la plaza Padre Edgardo Trucco, en la que saludaban el paso de la imagen mariana haciendo mover sus pañuelos. 

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, presidió la misa llamó a renovar el reconocimiento a la Virgen de Guadalupe, devoción de raíz histórica, religiosa y eclesial. “Sepamos vivir y comunicar este de acto de fe y de amor a María, nuestra Madre”, pidió. 

El prelado instó a los peregrinos a un mayor compromiso como testigos de Jesús ante nuestros hermanos. “¡Necesitamos a Jesucristo!”, exclamó y añadió: “cuando anunciamos a Jesucristo damos al hombre la mayor respuesta a su vocación, aquella que da sentido y alegría a su vida. Vivir y predicar este mensaje es el mejor regalo a María”. 

Monseñor Arancedo invitó “a mirar con ojos de fe y esperanza la realidad de nuestra amada patria”. “En un país bendecido por Dios y dotado de tantas riquezas y posibilidades que es motivo de constante gratitud, sin embargo, debemos lamentar circunstancias que debilitan nuestra amistad social. Es un obstáculo esa dificultad de encontrarnos desde la diversidad”, lamentó. 

“Nos hemos acostumbrado a una cultura del enfrentamiento y la ruptura que nos aleja de esos espacios de encuentro tan necesarios para generar proyectos de crecimiento y equidad social. La cultura del encuentro necesita del diálogo y el respeto, de la responsabilidad y la solidaridad, especialmente de la clase dirigente en el marco institucional del Estado, como expresión de la democracia al servicio del bien común. La calidad institucional es, como dijimos, el camino más seguro para lograr la inclusión social”, afirmó. 

Refiriéndose a las heridas de tantos hermanos que son víctimas de la pobreza, el crimen del narcotráfico, 

la violencia, especialmente a la mujer, el arzobispo señaló que “la crisis argentina tiene su raíz en conductas que se han desvinculado de la exigencia moral de los valores. La conciencia como regla suprema del obrar parecería que se ha adormecido, la hemos adormecido”. 

“El dinero, el poder y el éxito a cualquier precio han ocupado un lugar en la escala de los intereses individuales o grupales, que han desplazado a la verdad y devaluado el valor de la palabra. Cuando la deshonestidad y la impunidad avanzan el cuerpo social se debilita”, denunció. 

“Argentina necesita volver su mirada a Dios como fundamento del orden moral, que es ‘fuente de toda razón y justicia’”, aseveró y concluyó: “Elevemos nuestra oración a María, Madre de la esperanza, por nuestra amada patria”.

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