Argentina: “Las monjas del escándalo deberían pedir perdón”

Argentina: “Las monjas del escándalo deberían pedir perdón”

Dolor y sorpresa entre los obispos del país por el escándalo de las monjas, el monasterio y los millones de dólares que quería esconder ahí el ex secretario de Obras Públicas del gobierno nacional argentino

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZCIUDAD DEL VATICANO

 

Dolor y preocupación. Pero también voluntad porque la justicia actúe y se aclare la situación de las Monjas Orantes y Penitentes de Nuestra Señora de Fátima. Por el bien de la Iglesia. Consideraciones de Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje y presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina. En entrevista aclaró algunos detalles sobre la increíble historia de las religiosas que quedaron involucradas en una de las investigaciones por corrupción política más escandalosas de los últimos tiempos. 

 

La madrugada del 14 de junio, en la residencia de las hermanas fue detenido José López, durante años responsable de la Obra Pública bajo las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner. Intentaba esconder allí casi nueve millones de dólares. El caso conmocionó a la opinión pública argentina, provocando desconcierto entre los católicos.  

 

¿Cómo recibió la Iglesia argentina este escándalo?  

Con dolor, con sorpresa y con preocupación. Primero nos enteramos de las bolsas y parecía que las monjas no tenían mucho que ver. Pero resultaba raro que ellas le hayan abierto a alguien a las tres de la mañana, sobre todo si se trata de personas que querían ser religiosas de clausura. Es raro que alguien quiera dar una limosna a esa hora, es muy poco prudente de la persona y de las hermanas. Luego se sumaron las contradicciones, cuando apareció un video de las hermanas ayudando a López a entrar las valijas a su casa, con un arma junto a los bolsos. Ellas deberían públicamente pedir perdón por su torpeza, por su ingenuidad y, si existe culpa, por esa culpa. 

 

¿Cuál es la situación eclesiástica de ellas?  

Es una asociación privada de fieles. Estrictamente no son monjas, pero acá en la Argentina a todas las religiosas le decimos monjas aunque no lo son. Las monjas, estrictamente hablando, son las de clausura. Esta institución era “in fieri”, iba en camino a convertirse en un monasterio. Mientras tanto las religiosas viven y se visten como monjas, sin usurpar nada porque el obispo les dio permiso. Para convertirse en monasterio necesitan el permiso de la Santa Sede, que no tienen obviamente. Pero son parte de la Iglesia. El anterior obispo Rubén Di Monte las fundó y celebraba ahí la misa, por eso pienso que debemos hacernos cargo, que asumamos la responsabilidad, que no digamos una cosa por otra. Decir que no son monjas podría parecer que nos deslindamos, pero la arquidiócesis no puede hacerlo. 

 

Ahora se anunció una investigación a fondo, ¿qué significa?  

Me parece muy bien que el arzobispo (de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani) haya ordenado esta investigación y haya nombrado una comisión que estudie la responsabilidad de las hermanas. Tendrá que ver cuál es la conclusión a nivel eclesial, dar la reparación y la sanción respectiva si se comprueba un ilícito, una irregularidad y un acto no conforme al espíritu de la asociación. A nivel penal están imputadas, porque podrían haber favorecido los actos de este señor que quiso esconder en ese lugar donde debía ser enterrado el obispo o un lugar para guardar dinero, con muchas cámaras. Supongo que tratarán de descubrir si cumplieron los motivos para los cuales fue fundada la asociación privada de fieles o se desviaron y cayeron en la tentación. A veces el contacto con el poder hace caer en cosas no santas. 

 

¿La investigación cuenta con el aval de la Santa Sede?  

El nuncio apostólico afirmó que él informa constantemente a la Santa Sede sobre este problema, eso me parece muy bien, porque los nuncios son quienes comunican al Papa sobre la realidad de las Iglesias particulares. Y aunque el obispo Agustín Radrizzani es juez en esto, todo llegará al Vaticano y al Papa. 

Tratándose de un Papa argentino, ¿tendrá un atención particular este caso?  

Él conoce muy bien nuestra realidad argentina, conoce la situación y a las personas implicadas. Al arzobispo fallecido Di Monte lo conocía y también a Radrizzani. Eso lo toca muy de cerca, pero no le impedirá actuar como pastor de la Iglesia universal e iluminar lo que deba iluminar. Es un buen camino el haber nombrado a dos sacerdotes que investiguen, que dialoguen e informen sobre las conclusiones. 

 

¿Qué rol juega la Conferencia Episcopal Argentina?  

El presidente (José María Arancedo) habló claro y dijo que no existe ninguna posibilidad de exceptuar la ley, que no existen prebendas por ser religioso, pero se respeta la autonomía local de cada diócesis. La conferencia no es una instancia mayor frente a la actuación de cada obispo. Él aclaró que el obispo responde ante el Papa, no ante la conferencia episcopal que es un órgano de comunión y de colaboración pastoral.  

 

¿Esta situación afecta mucho la imagen de la Iglesia?  

Muchas veces los medios no comunican las buenas noticias con fuerza y esto me da mucha pena porque existe tanta vida religiosa santa, tantas hermanas y hermanos que acompañan a muchísimos enfermos, pobres, quienes padecen el flagelo de la droga, los sin hogar, los ancianos y los niños. Esa es la vida religiosa argentina, no estas tres hermanas que por ingenuidad o torpeza cometieron este error. Supongo que, en su corazón, estarán arrepentidas porque se han equivocado. Que no se oscurezca la belleza de esta obra. 

 

¿Qué decirle a los fieles desconcertados y preocupados?  

Ante todo que la verdad tiene una fuerza esplendorosa y hace mucho bien, aunque duela. Se trata de buscar caminos de transparencia. Nadie está fuera de la ley, nadie escapa a la justicia. Ni la Iglesia. Si existen sospechas, que se investigue y que se estudie.  

Por otra parte somos todos hombres y mujeres con falencias, con pecado y posibilidad de equivocarnos. No somos Dios, no somos inmaculados, tenemos falencias, somos frágiles y pecadores. Que recen por los consagrados, por todos nosotros y que llamen la atención cuando deban hacerlo, pero que no metan a todos en la misma bolsa. Si un médico comete una mala praxis no son todos los médicos son malos. Si uno en la Iglesia comete un error, aunque sea grave, no es que toda la Iglesia es mala. Obviamente que sufrimos, y como decía San Agustín la Iglesia es santa y pecadora, porque esta formada por nosotros que somos pecadores.

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