Argentina: Francisco y los “malditos voceros”

Argentina: Francisco y los “malditos voceros”

Reeditan en el país del Papa el debate sobre sus voceros y amigos, apuntando contra el legislador y referente de la organización de lucha contra la trata de personas, Gustavo Vera. Pero el mismo Francisco se encargó de alejar especulaciones

Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

 

“Malditos voceros”. Es el título de un sugestivo reportaje en el más reciente número de la revista argentina Noticias. El texto planteó la supuesta distancia que habría tomado el Papa hacia uno de sus “portavoces”: el legislador y referente en la lucha contra la trata de personas, Gustavo Vera. Aunque esa información fue replicada por diversos sitios web en el país sudamericano, una afectuosa carta de Francisco la desmintió, acabando con las especulaciones. Y puso nuevamente de manifiesto la importancia de diferenciar entre sus amigos y sus voceros. 

 

Vera y Bergoglio son “dos viejos amigos”, como atestiguó Noticias. Su relación se remonta a Buenos Aires, en los tiempos en que el primero guiaba la organización de lucha contra la trata La Alameda y el segundo era arzobispo. Vínculo que trascendió al 13 de marzo de 2013, cuando el cardenal fue elegido Papa.  

 

Desde el inicio del pontificado Vera se convirtió en un asiduo visitante de la residencia de Santa Marta, la casa de Francisco en el Vaticano, con eventual fastidio de quienes lo consideran allí una figura ajena. Incómoda. Al mismo tiempo comenzó a asistir, como invitado, a coloquios y reuniones organizadas por la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales. Los hechos demuestran que su cotidiano diálogo con el líder católico no se ha interrumpido. 

 

En varias ocasiones la prensa argentina especuló con supuestas rupturas entre el Papa y él: En febrero de 2015, después del episodio de la “mexicanización” de la Argentina, malentendido diplomático que siguió a la publicación de un correo electrónico privado enviado a Vera. Y en julio de 2016, cuando el mismo Bergoglio aclaró que él no tiene más vocero que el director de la Sala de Prensa del Vaticano.  

 

Tras aquellas palabras, varios sectores del gobierno encabezado por el presidente Mauricio Macri atinaron a festejar. Sobre todo los más susceptibles a las incisivas críticas lanzadas por Vera en materia política y económica. Pero muy pronto Francisco se encargó de desmentir cualquier distancia en un correo electrónico en el cual dejó en claro que el legislador es su amigo y por eso se hospeda en Santa Marta.  

 

El debate volvió a editarse el pasado fin de semana, tras el reportaje de Noticias, publicado además en el sitio web del diario Perfil, el mismo que distribuye la flamante edición argentina del diario oficial del Vaticano, “L’Osservatore Romano”. La nota se basó en la descripción de dos episodios: la ausencia del Papa en un par de coloquios de la Academia de las Ciencias y una supuesta expulsión a Vera de Santa Marta.  

 

Pero la realidad contradice estas “pruebas”. El 17 de febrero, ya publicado el informe, Bergoglio escribió una afectuosa carta al legislador del Partido Bien Común en la Ciudad de Buenos Aires. Se refirió a él como “querido hermano”. Le agradeció por algunos datos que le mandó vía correo electrónico, le dijo que “son ilustrativos” y que “coinciden” con las informaciones que le envían sus colaboradores del Vaticano. 

 

Los datos en cuestión tenían que ver con problemas ecológicos. Por eso el Papa agregó: “Estuve conversando largamente con dos misioneros del Amazonia y están alarmados por los proyectos hídricos que provocarían un gran desequilibrio ecológico. La Academia de las Ciencias Sociales hace un encuentro sobre el problema del agua, veremos cómo sale”. 

 

Inmediatamente apuntó: “Te recuerdo con afecto y rezo por vos. Saludos a tu madre (para mí que debe ser bisnieta de alguna señora que anduvo por Vilcapuyo o Ayohuma). Por favor, no te olvides de rezar por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente, Jorge”. 

 

La carta resulta sugestiva, considerando que el mencionado reportaje refirió un “enfriamiento de la relación”. También mencionó la supuesta expulsión a Vera de la Casa Santa Marta en diciembre, después que Bergoglio no asistió un encuentro de alcaldes a favor de los refugiados. “Tiene tres horas para dejar el Vaticano”, graficó Noticias, citando dos fuentes. 

 

Si bien es cierto que Francisco saltó aquella reunión con los alcaldes sin razón aparente, no es la primera vez que lo hace. Él siempre resulta imprevisible. En noviembre de 2015 estaba invitado al primer coloquio de jóvenes contra la trata de personas y finalmente no asistió. La cita tuvo lugar en la Casina Pío IV, el mismo espacio de la cumbre de alcaldes, y no estuvo organizada por el legislador del Bien Común. En el Vaticano recuerdan célebres “plantones” del Papa. Desde un gran concierto en el Aula Pablo VI, al inicio de su papado, hasta la visita al hospital Gemelli de Roma.  

 

Un día después de aquel “faltazo”, el Papa charló por largo tiempo con Vera en la misma Santa Marta, de donde supuestamente había sido expulsado la víspera. Y el lunes siguiente le envió una carta a cada alcalde, firmada de su puño y letra. Seguramente con el objetivo de atenuar la mala interpretación a su ausencia previa. 

 

El referente de La Alameda volvió a la casa papal hace unos días. Residió allí del 31 de enero al 9 de febrero. Participó en dos coloquios de la Academia Pontificia, uno sobre “Ética en acción” que convocó a un selecto grupo de promotores de una agenda global en torno a la encíclica “Laudato Sii”. En el otro, sobre tráfico de órganos y que tampoco fue organizado por Vera, la ausencia del líder católico era previsible. Especialmente tras la polémica internacional que explotó la víspera de la reunión por la asistencia, a la misma, de dos representantes chinos, uno de ellos acusado de sostener la extracción forzada de órganos a condenados a muerte en su país.  

 

En el entorno del legislador advierten una matriz política a la seguidilla de publicaciones críticas hacia su persona en la prensa. Y esperan que la campaña se recrudezca, usando también su cercana relación con el Papa. No pierden de vista que 2017 es un año electoral en Argentina y que sus denuncias se vuelven cada vez más incómodas en el contexto de una volátil situación social, producto de decenas de miles de despidos y una precaria situación económica nacional. 

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