Apertura histórica en La Plata: el sucesor de Aguer quiere estar “con el pueblo” y ser soldado del Papa

Apertura histórica en La Plata: el sucesor de Aguer quiere estar “con el pueblo” y ser soldado del Papa

En su primera entrevista, Víctor Manuel "Tucho" Fernández adelantó que su línea de trabajo será “La alegría del Evangelio”, un texto de Francisco donde se insta a los curas a “salir” y a tener una apertura hacia las mujeres. Desde el Gobierno de Vidal lo invitaron a “compartir el trabajo”. Llega después de Plaza, Quarracino, Galán y Aguer

En su primera entrevista como nuevo Arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández adelantó que buscará estar “en medio del pueblo” y practicar “en serio, no como slogan” la propuesta de Francisco plasmada en “La alegría del Evangelio”. Se trata del primero texto del sumo pontífice, cuya publicación causó sorpresa en 2013  por entender a la Iglesia como “una opción por los pobres” en sí misma y plantear una inusitada apertura hacia las mujeres.

La arquidiócesis de La Plata comprende también los partidos de Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio. Abarca una superficie total de 4.652 kilómetros cuadrados y una población de 991.000 habitantes. Tiene 76 parroquias, 160 sacerdotes (124 diocesanos y 36 religiosos), 4 diáconos permanentes, 94 seminaristas mayores, 322 religiosas y 194 centros educativos de la Iglesia.

Tras los períodos ultraconservadores de Antonio José Plaza (1955.1985), Antonio Quarracino (1985-1990), Carlos Galán (1991-2000) y Héctor Aguer (2000-2018), el nombramiento de un perfil como el de Fernández es una apertura histórica para la iglesia platense. Con las infinitas ramificaciones del clero en esta ciudad, todavía es muy difícil dimensionar la magnitud del cambio.

En tanto, desde la administración de María Eugenia Vidal, fue el Secretario General de la Gobernación, Fabián Perechodnik, el encargado de darle la bienvenida a “Tucho”, como se lo conoce, y de invitarlo a “compartir el trabajo”.

“El programa es 'Evangelii gaudium', pero en serio, no como slogan. Y estar ‘en medio del pueblo’ es lo que deseo. Mi actividad principal será la visita permanente a las comunidades e iniciar procesos de asamblea y sinodalidad”, expresó el religioso cordobés y especialista en teología ante la consulta del medio especializado Religión Digital.

Si bien Fernández no quiso adelantarse demasiado porque “antes prefiere escuchar”, no dudó en enumerar sus tres motivaciones personales que “lo movilizan” al momento de llegar a la Capital bonaerense: “Estimular la misión persona a persona centrada en Cristo, infundir constantemente motivaciones evangélicas y espirituales, y colaborar en la promoción de los más pobres y abandonados”.

Al ser consultado sobre alguna recomendación puntal de Francisco, Fernández contó que le pidió un especial cuidado del Seminario, uno de los más importantes del país a nivel formación de curas. Fuentes consultadas por este portal coincidieron siempre en remarcar el impulso a los seminaristas que había conseguido Aguer en tiempos de donde la vocación sacerdotal no abunda.

“¿Teme encontrarse con algunas 'resistencias' por parte del clero o de los fieles?”, le preguntaron durante el reportaje. “Siempre habrá. Pero mi estilo es buscar siempre los puntos de contacto. Espero lo mismo de la otra parte”, respondió.

Un documento que causó sorpresa por su apertura hacia las mujeres

El 'Evangelii gaudium' (La alegría del Evangelio) -adjuntado al final de la nota- fue la primera exhortación apostólica del Jorge Bergoglio como sumo pontífice publicada el primer año de su estadía en Roma. En ella, dirigida a sacerdotes y a fieles, presentó formalmente al mundo cuáles serían las líneas centrales de su papado. Está la sospecha que Fernández estuvo atrás de la redacción de esa carta de principios, ya que es colaborador permanente de su amigo  mentor en cuestiones de doctrina. 

Allí, principalmente, le habla a una Iglesia aletargada y más preocupada por “ortodoxias doctrinales” que en “servir al prójimo”. Por eso, su primer punto plantea “una transformación misionera”, en la cual insta a los católicos “a salir “a “primerear, involucrarse y acompañar”.

Con inocultable actualidad, Francisco le decía “no a la nueva idolatría del dinero” y recordaba que “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”. En ese marco, relacionaba la “inseguridad” a la “inequidad social y a la falta de igualdad de oportunidades”.

Uno de los pasajes que más ruido causó en el ámbito eclesiástico fue el dedicado al rol de la mujer, donde plasmaba un mirada sin precedentes: “Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente”.

En ese marco, aconsejaba “necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, haciendo ese pedido extensivo para “el ámbito laboral”. Además, le recriminaba a los curas “confundir la facultad sacramental de ser sacerdotes con superioridad” sobre el otro género. Un cambio radical si tenemos en cuenta que, hace una semana, Aguer hablaba de las “exaltadas del pañuelo verde”.

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