Aguer se jubila en mayo y el Papa podría reemplazarlo por un cura villero

Aguer se jubila en mayo y el Papa podría reemplazarlo por un cura villero

Suena el nombre de Víctor Fernández. El arzobispado de La Plata podría dar un giro drástico.

En La Plata aseguran que las campanas de la Catedral fueron las únicas en todo el país que no sonaron el 13 de marzo de 2013 cuando en el Vaticano los cardenales eligieron a Jorge Bergoglio como el nuevo Papa. Quien habría dado la orden del silencio fue el arzobispo Héctor Aguer, histórico rival de Bergoglio y una de las figuras más conservadoras de la Iglesia católica en Argentina.

El período de Aguer al frente del arzobispado de La Plata llegará a su fin en mayo, mes en el que el religioso cumplirá 75 años, edad límite según la normativa eclesiástica para poner a disposición la renuncia.

 

A partir de entonces será decisión de Francisco aceptar o no su renuncia. Por el momento Aguer no se pronunció al respecto, pero algunos trascendidos en la capital provincial aseguran que el arzobispo ya le adelantó al Sumo Pontífice su decisión de poner fin a una larga carrera en la Iglesia.

 

Francisco también será quien designe al sucesor. ¿Dejará en La Plata a un arzobispo con un perfil similar al de Aguer? Hay un dato importante y es que en las últimas designaciones en Argentina, Francisco viene incorporando hombres con un perfil progresista. Ocurrió con Mario Poli en la Arquidiócesis de Buenos Aires y con Oscar Ojea con la presidencia del Episcopado.

Una práctica usual en la elección de un Arzobispo es la designación de alguno de sus auxiliares como arzobispo coadjutor (sucesor de hecho). Eso no sucedió ni con Bochatey ni con Biassi, los auxiliares de Aguer.

 

Si eso ocurre sería un cambio importante para el arzobispado. Es que arquidiócesis de La Plata es considerada como un bastión del conservadurismo. Los últimos arzobispos tuvieron ese perfil: Antonio Plaza (1955-1986), Antonio Quarracino (1986-1990), Carlos Galán (1991-2000).

 

En el gobierno de María Eugenia Vidal existe un hermetismo extremo al respecto. Dos de sus hombres de confianza son cercanos al arzobispo: el ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre, y el Procurador, Julio Conte Grand.

 

Se sabe que la Gobernadora y el Sumo Pontífice mantienen una excelente relación. Se vieron varias veces en silencio y Vidal siempre evitó capitalizar esos encuentros con las fotos de rigor. En lo que va del año, Vidal hizo dos anuncios importantes que van en sintonía con los reclamos de la Iglesia: cerró tres casinos y un bingo, y les declaró la guerra a los hipódromos.

Héctor Aguer y Julio Conte Grand.

 

Por el contrario, la relación de la Gobernadora con Aguer es fría. Sólo una vez lo recibió en la residencia de La Plata en el marco de una reunión formal junto a otros siete obispos.

 

Viejo lobo, el arzobispo apela a sus propia técnica para que trascienda una actividad junto a Vidal. Por caso, el 25 de mayo del año pasado, en el Tedéum de la Catedral y frente a la Gobernadora, Aguer hizo una dura crítica contra la Legislatura bonaerense por votar una ley que fijaba en 30.000 la cantidad de desaparecidos durante la dictadura. Las frases y las fotos coparon los diarios y portales.

 

Candidatos

 

La sucesión de Aguer ocupa por estas horas el centro de la rosca eclesiástica en la capital provincial. Aunque se sabe, la decisión es hegemonía de Francisco.

 

Hasta hace algunas semanas, el candidato más firme era Alberto Bochatey, actual obispo auxiliar de La Plata. Más tarde cobró fuerza el nombre del otro obispo auxiliar: Nicolás Biasi. Sin embargo, fuentes consultadas por LPO aseguran que Francisco no dio ninguna señal para que uno de ellos continúe en el lugar de Aguer.

 

Una práctica usual en estos casos es la designación desde el Vaticano de uno de los auxiliares como arzobispo coadjutor (sucesor de hecho). Eso no sucedió a poco más de tres meses para la fecha límite.

 

Por eso las miradas se posan en arzobispos cercanos a Francisco. Por estas horas, el nombre que más suena entre quienes frecuentan la catedral de estilo gótico emplazada en el epicentro de la capital provincial es el de Víctor ‘Tucho' Fernández, arzobispo, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) y muy cercano al Sumo Pontífice.

 

Desde los inicios de su carrera eclesiástica Fernández dedicaba todos los fines de semana a trabajar en parroquias de la periferia social. En una villa de Grand Bourg conoció al sacerdote jesuita Pablo Tissera, quien se convertiría en su director espiritual.

Héctor Aguer.

 

A Fernández se le reconoce dentro de la Iglesia argentinca su capacidad, su experiencia pastoral y una sólida formación teológica. Un perfil publicado por el diario La Nación asegura que se nutrió del pensamiento del padre Rafael Tello, director espiritual del padre Carlos Mugica y referente de los curas villeros, un sacerdote intuitivo y cercano a los pobres, que redescubrió en los años 70 la fuerza de la piedad popular, de quien Bergoglio tomó la frase "santo pueblo fiel de Dios", muy escuchada en sus homilías.

 

Viejos rivales

 

Se sabe de la vieja rivalidad de Bergoglio y Aguer. Ambos fueron obispos auxiliares de Buenos Aires en tiempos en que el titular de la arquidiócesis porteña era Quarracino. Desde entonces se fue tejiendo entre ellos una relación que acentuaba las diferencias.

 

Un artículo de Washington Uranga publicado en Página 12 asegura que en los corrillos de la curia arzobispal era común escuchar sobre las diferencias y rivalidades entre ellos, dos hombres de firme personalidad y sólida formación filosófica y teológica.

 

Entre los estudios de Aguer se destacan sus investigaciones sobre doctrinas medievales. En la Ciudad de Buenos Aires, antes de llegar al arzobispado de La Plata, Aguer fue vicario en la zona de Belgrano, atendiendo a una feligresía más cercana a su perfil ideológico y eclesiástico.

 

Bergoglio, en cambio, fue responsable de la zona de Flores, tuvo gran acercamiento personal a la mayoría del clero porteño y siempre respaldó el trabajo pastoral en las villas de emergencia.

 

Ambos auxiliares de Quarracino, la carrera por sucederlo estaba en marcha. En 1997 el Vaticano nombró a Bergoglio como arzobispo coadjutor. En los hechos significaba que sería el continuador de Quarracino. Aguer, en cambio, fue enviado como arzobispo coadjutor a La Plata, donde dos años después asumiría la titularidad de esa sede episcopal.

 

Desde La Plata, Aguer trabajó durante años para convertirse en el referente de una doctrina conservadora de la Iglesia, particularmente en cuestiones de moral y educación. Incluso logró reunir tras su figura a un grupo de los obispos más conservadores.

 

La noticia de la elección de su viejo rival como Sumo Pontífice fue el ocaso de ese enfrentamiento. Furioso, Aguer ordenó que las campanas de la Catedral de La Plata permanecieran en silencio. Aunque afuera del edificio se escuchaban los bocinazos y los festejos.

 

A pocas horas de nombramiento de Francisco como el nuevo Sumo Pontífice, el entonces intendente de La Plata, Pablo Bruera, se sumó al entusiasmo y decidió llamar ‘Papa Francisco' al boulevard 53, lindante a la Catedral. Aguer llegó quejoso a la inauguración de la placa. "La semana que viene lo voy a ver a Francisco y sé que esto no le va a gustar nada", dijo a los periodistas que cubrían el acto. 

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