Advierten por la posibilidad de más derrumbes en la Catedral de San Luis

Advierten por la posibilidad de más derrumbes en la Catedral de San Luis

Afirman que las obras de refacción fueron detenidas hace un año y la Comisión que se formó todavía no decidió continuar. El ingeniero Bea dijo que "la estructura está dañada" y recomendó desmontar el techo del atrio.

El último movimiento sísmico del pasado 16 de setiembre reavivó la preocupación por la situación edilicia de la Iglesia Catedral, que hace un año fue vallada a causa de la caída de material del frontispicio y la aparición de  fisuras en las seis columnas del atrio. El ingeniero Carlos Bea, el primer director técnico contratado para realizar la refacción, advirtió que “siempre hay peligro de derrumbe porque la estructura ya está dañada”. Además, aclaró que “el último movimiento sísmico, que fue de grado cuatro  de acuerdo al Inpres, pudo producir la rotura de alguna parte de las columnas”. Y sostuvo su argumentación en la memoria de cálculo que realizó especialmente para este caso el ingeniero Francisco Crisafulli del Área de Estructuras del Instituto de Mecánica Estructural y Riesgo Sísmico (Imeris) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mendoza. “Allí señaló que en caso de un sismo, se puede producir la rotura de la estructura”, explicó.

 

El especialista insistió en que “nadie puede afirmar que esa estructura no está en peligro de derrumbe” e indicó que “en la penúltima columna, que da a calle Pringles, se nota que ya está deformada porque presenta una inclinación que se puede demostrar si tiramos una regla desde arriba. Además, no sabemos qué puede pasar porque están hechas con ladrillo y cal”.

 

 Bea dijo que desde su renuncia a la dirección técnica, en noviembre del año pasado, la obra quedó detenida: “Nadie trabaja, ni sabemos tampoco qué piensan hacer. Todo quedó en manos de una comisión”, afirmó. Recordó que el Obispado designó a un grupo de profesionales técnicos, que preside el sacerdote David Picca, para tratar este problema que lo integran representantes del Gobierno de la Provincia, la Municipalidad, la Universidad Nacional de San Luis y los colegios de Ingenieros, Arquitectos y Geólogos. También alertó que este consejo no puede tomar la responsabilidad de la dirección técnica de la futura obra “por ser un órgano colegiado y para asumir la responsabilidad civil debe ser un idóneo en el tema y estar habilitado por el Colegio de Arquitectura o de Ingeniería”.

 

Para confirmar que el edifico está dañado, Bea comentó que “se puede ver claramente sobre calle Pringles, porque en la unión entre el atrio y el templo han puesto unos testigos de yeso mezclado con otro material para resistir a la intemperie y se nota que han saltado. A simple vista ya se ve que el atrio está separado de la  estructura del templo”.

 

Entre los trabajos que recomendaron los especialistas de la Universidad Nacional de Mendoza (Crisafulli y Gonzalo Torrisi) se destaca “el desarmado del techo existente del atrio y la ejecución de uno nuevo, respetando el diseño original”. El ingeniero explicó que “una vez que estén aseguradas las bases de las columnas hay que desmontar el techo del atrio para reconstruirlo. Y debe hacerse de manera artesanal porque para una gran empresa ese trabajo no es rentable por dos motivos: los gastos operativos y la imposibilidad de usar máquinas”. Según Bea el problema es que “le fueron cargando capa sobre capa con un importante espesor cada una de ellas y eso terminó deformando los perfiles metálicos que hoy soportan el techo. Ese peso es el que hay que sacarle, por eso se debe hacer de nuevo”. Y advirtió que “ya se han caído varios ladrillos que se los puede ver en el piso. Ha sido una suerte que todavía no dañaron a nadie, pero es evidente que la estructura se movió”.

 

El ingeniero Bea aprovechó para aclarar cuáles fueron los trabajos que él y Jorge Suárez realizaron durante el mes de octubre del año pasado mientras estuvieron a cargo de la obra: “Lo único que se concretó fue el hormigonado de tres de las siete bases previstas para montar las torres de apuntalamiento”. Y enseguida señaló que “como pasaban los días y no tenía ninguna noticia de la continuación y el 6 de noviembre de 2014, presenté mi renuncia a la dirección técnica, al párroco Daniel Pérez; con copia a la directora de Control de Obras de la Municipalidad y al presidente del Colegio de Ingenieros (CINyTEC)”. 

 

También recordó que “a fines de octubre del año pasado, la mencionada comisión me convocó a una reunión en la sede el Colegio de Arquitectos donde me sometieron a un intenso interrogatorio sobre el proyecto en marcha. Cuando terminó, el padre Picca me comunicó que habían decidido suspender los trabajos porque según dijo, habían recibido propuestas más económicas y de menor complejidad técnica, que por las que me habían contratado”.

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