Aborto en Argentina: “Cómplices del trabajo sucio de la muerte”

Aborto en Argentina: “Cómplices del trabajo sucio de la muerte”

El presidente de la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano, Vincenzo Paglia, lamenta que la ley del aborto en ese país no ayudará a la tragedia de las mujeres por tratarse de una “disposición fría”

“Legislar la supresión de una vida es ser cómplice del trabajo sucio de la muerte”. Con esas palabras, el arzobispo Vincenzo Paglia comentó el avance de la ley del aborto en Argentina. El presidente de la Pontificia Academia para la Vida no rehuyó a brindar su punto de vista en torno al debate que divide a la sociedad en el país del Papa. Recordó que la interrupción de un embarazo es siempre una tragedia, especialmente para las mujeres. Y advirtió que en temas tan delicados la sociedad requiere un debate amplio, largo y profundo, porque “la ignorancia es la madre de muchas crueldades”. 

  

Apenas el 15 de junio pasado, la Cámara de Diputados de Argentina dio media sanción al proyecto de legalización del aborto en una votación que se prolongó durante 23 horas dentro del recinto legislativo. Por apenas un puñado de sufragios, 129 a favor y 125 en contra, la iniciativa avanzó al Senado, donde deberá ser estudiada y votada en las próximas semanas. El debate dividió a una sociedad, que se manifestó en las calles con multitudes en uno y otro sentido. 

  

Este lunes 25 de junio el Papa Francisco inauguró, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, la edición 24 de la asamblea general de la Pontificia Academia para la Vida (PAV). En su discurso, utilizó esa frase: “trabajo sucio de la muerte”. Hablando en italiano, precisó: “Cuando entregamos a los niños a la privación, los pobres al hambre, los perseguidos a la guerra, los ancianos al abandono, ¿no hacemos nosotros mismos el trabajo sucio de la muerte? ¿De dónde viene, de hecho, el trabajo sucio de la muerte? Viene del pecado”. 

  

Más tarde, Paglia compareció ante la prensa y al responder preguntas precisó que ese “trabajo sucio” se manifiesta, también, en todas las legislaciones que obstaculizan la vida, desde su concepción hasta su fin natural. Y se refirió a la situación argentina. 

  

“Tenemos que reflexionar muy atentamente sobre todo el desarrollo de la vida, por lo tanto el inicio y el final pueden ser lo más delicado. En este sentido yo creo que legislar sobre la supresión de una vida es ser cómplice de un trabajo sucio de la muerte, claramente no de la vida”, dijo, en entrevista con el Vatican Insider.  

  

“Pero existe el problema de la mujer, el problema tenemos que entender muy bien que cada vez que se suprime una vida es una tragedia antes para ellas. Por esto nosotros debemos estar cerca de estas mujeres siempre, sin abandonarlas nunca, tenemos que ayudarlas, que ellas sientan el lazo con nosotros, que no está sola, que puede ser ayudada, que no está obligada a tomar una decisión sola, sin ayuda, y la ley no es una ayuda en verdad, es una disposición fría”, agregó. 

  

También consideró importante que cuando se da un proceso legislativo que aborda temas como la eutanasia o el aborto, se requiere una reflexión atenta que vaya más allá de los políticos. Precisó que el objetivo debería ser ayudar a la sociedad entera a entender de lo que se hablar y, por eso, no es posible legislar sin un proceso profundo, porque “la ignorancia es la madre de muchas crueldades”. 

  

Recordó que cuando en Italia, en los años 70 y 80 se dio el debate por la ley del aborto, la Madre Teresa de Calcuta se acercaba a las jóvenes para decirles que las acompañaba y pedirles que tengan a los niños, que una vez nacida ella se iba a encargar de criarlos.  

  

Además habló del obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, quien una vez predicando por el sepelio de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte él aseguró que el Concilio Vaticano II llamaba a todos a ser mártires, es decir dar la vida por los demás. Este dar la vida podía ser con la sangre, o como una mujer que concibe un hijo, lo lleva en su seno, lo hace nacer y le da la leche, “como una mártir”. “Este es el trabajo de la vida, el trabajo de la muerte es exactamente lo contrario. Nosotros tenemos que sufragar leyes que ayuden a esto, no lo contrario”, indicó. 

  

“La preocupación más grande para mí es por las mujeres y por el pueblo (argentino), yo quisiera ayudar a todas las mujeres, ninguna excluida. Estar cerca de ellas. Me gustaría anular de hecho la ley, porque es -como todas las leyes- fría, yo no he visto nunca a alguien que se haya enamorado de una ley”, ponderó. 

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